sábado, 4 de diciembre de 2010

Controladores. A parar el mundo

Castillo de Coruña del Conde

Francisco Javier Gómez Izquierdo

Hoy todos tenemos a un conocido atrapado en un aeropuerto que espera ver llegar al hijo desde París o va a la boda de una sobrina en Leganés. Si en este país hubiera ministros con estudios, buenos abogados del Estado y fiscales responsables que persiguieran delitos flagrantes, hace tiempo que los ciudadanos no padeceríamos ese terrorismo que acongoja el alma cada vez que llega julio ó diciembre y tienes que coger un avión.

Una señora controladora acaba de lanzar unos jipíos desde una especie de palacio por la tele, solidarizándose con sus compañeros, que son al parecer gentes de debilucha salud. Habla la “pobrecita” de que les han aplicado un decreto ley, como si al resto de funcionarios de España que cobramos en cinco años lo que ella en un mes no nos hubieran bajado el sueldo “sin negociación colectiva”. Por decreto ley. La trabajadora -”como otro trabajador cualquiera”, dice la menda- habla como si fuera hija de Lenin, mientras cientos de miles de personas padecen la reivindicación de sus privilegios, que ellos tienen por derechos.

Es hora de que personas ilustres definan en el Código Penal el significado de las palabras secuestro y terrorismo y la pena que corresponde a las asociaciones dedicadas a la extorsión. ¿Qué puede pensar el mundo de nuestros comportamientos?
Estoy dispuesto a admitir que el Gobierno ha engañado al gremio de la aviación, pero si uno de Burgos me insulta no tengo derecho a quemar su Catedral.
Item más: en enero de 1981, un servidor estaba en la central de teléfonos del cuartel de Loyola de SanSebastián. Por “mi centralita” pasó Rodríguez Sahagún un día. Otro, Gabeiras Montero, y al poco,... el Rey. Cuando Tejero se acampanó en el Congreso... uno, que no se las quiere dar de listo, encontró una explicación a aquéllas visitas. Cuando antier se dijo que el presidente Zapatero no iba a la cumbre Iberoamericana, le dije a mi doña -y lo digo sin ventajismo-: “..algo raro o gordo se está cociendo”.

En Coruña del Conde, colocaron un avión en el castillo, para homenajear a Diego Marín, el primer aviador del que se tenga noticia. No hay mejor metáfora par retratar la altanería y soberbia de los pocos, capaces de mear desde la altura sobre los muchos.



Usa tus alas