Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Kazajistán, donde Valverde dio las tres voces, montándole otro cristo a Alonso, que hartos tiene ya.
Cristo dio las tres voces (los tres sonoros noes al diablo que lo tentaba) en los confines del desierto, y Valverde, sin tentación mediante, las dio en Kazajistán, un país tan simpático que su gobierno consideró organizar en el estadio donde el otro día jugó el Madrid una corrida de toros con miuras. En su Museo Central, por cierto, laboraba Kornílov, el arqueólogo de “La facultad de las cosas inútiles”, el libro en el que Yuri Dombrovsky, describiendo la patocracia de Stalin, anticipó la patocracia de Rosie von der Leyen que entre todos nos hemos dado.
Kornílov no entendía a Stalin, pero a Cristo lo entendía tan bien que pudo demostrarle al padre Andréi (para el padre Andréi, tres cuartos de los traidores son siempre mártires fracasados) lo mal jefe de personal que fue Nuestro Señor:
–¿Y su Cristo no veía a quién reclutaba como mártires? ¡Mira qué pandilla reunió! Pedro renegó de él. Tomás dudó y Judas lo traicionó. Tres de doce: el 25 por ciento de producto defectuoso. Cualquier jefe de personal sería destituido por esta selección. Sin derecho a ocupar otros cargos de responsabilidad. Pedro, por ejemplo… ¿Qué habría pasado si en el instante de su negación alguna de las autoridades presentes hubiese oído las palabras de la mujer que lo acusaba? Ése habría sido el final de su Pedro. Recuerde lo que Cristo dijo de él: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia”.
La descripción que hace Kornílov del personal designado por Cristo parece el vestuario de Alonso que nos presenta la prensa que presume de estar en la pomada, comenzando por ese periodismo “jotdawn” que ha traído al tolosarra. ¿Será para tanto?
Los más viejos creen ver en la situación una crisis de Respetabilidad, redefinida en su día por Somerset Maugham como “la capa con que los idiotas ocultan su estupidez”, aunque, llegados a este punto, ¿quiénes son aquí los idiotas?
Como aficionado, de Alonso me han amoscado dos cosas: su impotencia en la banda el día de la goleada del PSG en el Mundial y esa misma impotencia el día de la goleada del Atlético (¡del Atlético!) en la Liga casera. El fútbol está inventado (en esto también tiene razón Vinicius), y, como ocurre con los toros, sólo hay dos clases de equipos: los duros y los blandos. Cuando el Madrid se pone duro, gana las Champions. Cuando el Madrid se pone blando, hace que el hijo de Simeone parezca Igor Belánov. En ausencia de Rudiger, el central era un William Saliba, pero el periodismo “jotdawn” hizo campaña por Huijsen, que tiene, sí, mirada de suficiencia, pero con eso hoy ya no impresionas a nadie: los buenos delanteros vienen de barrios chungos, donde crecieron aguantando esas miradas como de vaca viendo pasar un tren, que, en el Madrid, para Huijsen es Tchouaméni.
El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado. El sistema se hizo para el jugador, y no el jugador para el sistema. Dicho está que el fútbol pil pil de Alonso se echa a perder en cuanto desaparece la electricidad del mismo signo, como ocurrió en el derbi de infausto recuerdo. ¡El hombre era Stiller! Y ya puetos, hasta Milan Jankovic. Bellingham resopla a los diez minutos de estar, y no se sabe si está en el “centre-half” o en el “after hours”.
Se nos caen del pil pil Vinicius y Valverde y se nos viene arriba ese PSG liberado de Mbappé y atado a Luis Enrique, nudo gordiano que los piperos intentarán desatar con pitadita de matasuegras ante el Villarreal de Marcelino el de Villaviciosa, cuando el piperío debería estar en Almá-Atá, donde Valverde dio las tres voces, y a donde Stalin desterró a su biólogo de cabecera, Ivanov, que iba a ser su Juan Pedro (creador del “toro artista”), con su “cebroide” (mezcla de cebra y burro), su zubrón (mezcla de bisonte y vaca lechera) y sus diversos cruces de antílope y vaca, de ratón y cobaya, de cobaya y conejo,… y de hombre y mono, el “hombre artista”, cuyo fracaso le granjeó el cabreo de Tío Joe.
[Sábado, 4 de Octubre]

