viernes, 2 de diciembre de 2022

Mundial. Víctimas del sistema


 

Francisco Javier Gómez Izquierdo


         Una de las frases que menos me convence de los asuntos futbolísticos es aquélla que se ha hecho primer mandamiento entre casi todos los entrenadores modernos: "El sistema es innegociable". Estos entrenadores vieron agua clara en las fuentes holandesas y allá se fueron a acarrearla, pero además del agua cargaron con la proverbial cabezonería de los que gobernaban los manantiales. Los hubo que evolucionaron y miraron más allá del método basado en la posesión, pero otros se empecinaron en no "cambiar el dibujo", en "no voy a perder un minuto en discutir el planteamiento" y unos cuantos siguen firmes en sus principios y se obcecan en convertir a sus porteros en aquellos líberos de antaño: Beckaenbauer, Baresi... y por ceñirnos a la tradición holandesa, Krol, Koeman o el mismo Van Djik de ahora.


      Sigo creyendo en Luis Enrique a pesar de sus cabezonerías, pero me incomoda que no acepte un patadón defensivo, un "a tomar por culo el balón" como dice Take Kubo que haría cualquier equipo ante una presión bien organizada. Japón y casi todas las selecciones tienen plan B... y C y D y F y G pero ante España no es necesario calentarse la cabeza. Todo se resume en cerrarse a cal y canto y aprovechar una pérdida tonta que es cosa que va a pasar seguro y si el partido se pone feo presionar arriba hasta que se la pasen al portero al que le gusta hacer el pino a deshora. Los errores de Unai Simón, que los tiene en demasía a pesar de que no todos sean gol, son achacables en su mayoría a Luis Enrique que le tiene comida la cabeza con cánticos gloriosos a "las situaciones de riesgo". Hasta parece que al seleccionador español le gusta más arriesgar en defensa que en ataque. Hay unanimidad para considerar la segunda parte de ayer como horrorosa, pero creo que lo más preocupante es que no va a haber cambio de sistema y que Unai Simón va a seguir regateando como si fuera Garrincha. Song, el entrenador de Camerún, se ha cargado a Onana (guardameta salido del método holandés) por sus atrevidos driblings, entre otras cosas supongo, fuera del área ante Suiza. Paco Jémez, como seguro haría Luis Enrique si se diera el caso, cambiaba a su portero en la primera parte si se le ocurría despejar dos veces a donde vaya. Lo puse el otro día aquí tras las buenas tardes ante Costa Rica y Alemania: "Unai Simón me pone frenético cuando pisa el balón". Pues ocurrió y del mosqueo pasé, como todo quisque, a la indignación. El VAR remató la noche dando un gol que los exégetas modernos interpretan de modo ininteligible.


    Mal nosotros pero ¡mire usted Alemania! Creo que los alemanes fueron a Catar a ganarse fama de solidarios y muy sensibles con el mundo de la homosexualidad. Se les fue el tiempo en amagos de dignidad -eso sí bien visibles los carteles de Adidas y la Wolsvagen, máximos sostenedores fiferos- y cuando se quisieron dar cuenta les ganaba Costa Rica. Lo intentaron arreglar pero los nuestros ni supieron ni pudieron ayudar. ¡Miedo dan las represalias!


    ¿Y Bélgica? Por Bélgica, De Bruyne, al que tanta devoción tengo y hasta Courtois han estado como el resto de los futbolistas belgas: a otras cosas. De Hazard no se puede hablar porque no ha dado ningún motivo. Soporífero partido al que le echó picante el VAR en otra enigmática intervención. Ya saben que éste es el fútbol del futuro. Agitarlo en el comedor de casa y al campo si no quiere ir la gente, que no vaya.


    Espera la Marruecos de Regragui, aquel defensor tirillas que escuchó las pragmáticas enseñanzas del difunto Nando Yosu en Santander. Nando Yosu, amarrategui de condición sí que cambiaba de planes según rival:  "Balones altos que la defensa es bajita", hubiera dicho ayer ante Japón; "asfixiar a Busquets y provocad que pasen la pelota al portero", dirá el martes que viene el que fuera su pupilo.