La lágrima de Ancelotti por Casemiro
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Los tontos útiles del Relato han recibido el sorteo de Champions al grito de “¡Qué suerte tiene el Madrid!” y acompañan en el sentimiento a Xavi, que no ha dudado al proclamar que su grupo es “el más duro de la historia”, porque el Barça de Pedri está emparedado entre el Bayern, eliminado hace unos meses por el Villareal sin despeinarse, y el Inter, al que el Madrid despachó como un trámite en la oficina del Catastro en Milán y en Madrid.
El sorteo podría repetirse, como hicieron el año pasado para trolear al Madrid, pero la Uefa de Ceferino, el cursi que da la mano levantando el codo como los perros la pata para el meo, en vista de cómo salió la jugada, no querrá tentar otra vez a la suerte.
El Campeón tiene la suerte del campeón, que, precisamente porque se trata del Campeón, consiste en enfrentarse siempre a un equipo inferior a él. Palabra de Pero Grullo. Para el Madrid, como para los antiguos griegos, la suerte no es el azar: la suerte es la revelación de la voluntad divina, el lado bueno de la historia, que con toda la razón del mundo decía Courtois: el hombre que la suerte ha designado, enseña Platón, es caro a la divinidad. Almeida, ese alcalde dedicado, según confesión propia, a “hacer sufrir a los bastardos rusos” (yo creo que quería decir “boyardos”), se tomó por lo personal la franqueza de Courtois, y aprovechó la Fiesta de la 14 para reñir al portero belga, que ya son ganas de reñir.
Hay siempre una suerte que favorece “y gente que tiene suerte”. En el fútbol, que es de lo que hablaba Courtois, esa gente es el Madrid. Su contrapunto sería el Atleti, “el Pupas” de Calderón. Ruano lo explica de una manera bellísima: la tragedia requiere, por lo general, un ambiente trágico, una ridícula lucha de los últimos y débiles elementos de la felicidad contra la desgracia que llega.
–Si de un salto se coloca uno más allá de la desgracia y se echa a dormir, la desgracia no suele clavarnos el diente, pues lo de cerrar los ojos para que no nos vean no es ninguna tontería. Posiblemente no nos puede ver sino aquél a quien vemos.
Es una forma literaria de decirlo, pero si Reina y Courtois hubieran cerrado los ojos, Schwarzenbeck en Bruselas y Sergio Ramos en Lisboa no les hubieran clavado los dientes. ¿Hay acaso menos literatura en la consigna idiota según la cual el Madrid ha tenido suerte en el sorteo, viniendo, como viene, de ganar la mejor Champions nunca vista?
Lo que la culerada de Xavi llama suerte, la Uefa de Ceferino llámalo “fuerza oculta”, como si el triángulo Modric-Casemiro-Kroos (“el triángulo de las Bermudas” de Ancelotti) fuera en realidad una movida masónica, con Modric llevando el compás, Casemiro el mandil y Kroos el cartabón. A Kroos ese cartabón le ha valido el señalamiento con el dedo de Hoeness, presidente de honor del Bayern, que ve “horizontalidad” en su fútbol de limpiaparabrisas (Hoeness no vio a Netzer). Al leer la pulla de Hoeness, me ha venido a la memoria la imagen de Lionel Johnson, poeta inglés muy amigo de Santayana y los Russell, que un día, señalando al distante horizonte, dijo con tristeza:
–Todo lo que está encima de esa línea está bien, todo lo que está debajo está mal.
Kroos, en efecto, ha marcado con su cartabón el bien y el mal del fútbol madridista durante todos estos años, y por eso a estas alturas apetece tanto la alegría de jugar al fútbol que trae Camavinga. ¿Suerte, el Madrid? Si el Madrid tuviera suerte, ahora de “suplente” de Benzemá, en vez de a Mariano, tendríamos a Halaand, cuyos goles en el City los del Relato no se los apuntan a la habilidad de Halaand, sino al futbolín de Guardiola, que no es obra de Guardiola, sino de Harold Searler Thorton, aparejo que este año cumple un siglo.
Para el Relato, sin embargo, Guardiola inventó el futbolín, y Xavi, el “fúpbol”, circunstancia que haría de él un Napoleón del balompié. Por cierto, que, a lo largo de su carrera, el pequeño cabo corso, antes de decidir si elevaba a general a uno de sus oficiales, preguntaba a sus amigos y compañeros si era hombre “con suerte”. Y la mujer más extraordinaria que Stendhal viera nunca sostenía que Napoleón mantenía una fe supersticiosa en la fortuna hasta el punto de no permitirse avanzar sin ella:
–El día que sintió que el infortunio se apoderaba de él, dejó de luchar y desde el momento mismo en que su destino se torció, se desentendió del de Francia.
A lo mejor es verdad que Xavi es Napoleón, y al verse en el sorteo (¡señal de infortunio!) entre el Bayern y el Inter se prepara mentalmente para desentenderse de Culerlandia.
¿Por qué Chiellini, siendo “tan feo”, ha podido ligar tanto? Responde el propio Chiellini (no olvidamos su pirula en los penaltis al pobre Jordi Alba) en el diario alemán Bild: “Por ser futbolista”. El periodismo hunteriano, que pasó silbando sobre el portátil de Hunter, fingió escandalizarse como una beata con rosario de cuentas de lapislázuli cuando salió una conversación privada robada a Trump (“conversación de vestuario”) en la que el futuro presidente le contaba a Billy Bush que, “cuando eres una estrella, te dejan hacerlo”. Chiellini: “Soy más feo que el hambre, pero el ser futbolista exitoso me ha ayudado a conquistar más mujeres”. ¡Chiellini ha dicho Jehová!