miércoles, 19 de enero de 2022

En la muerte de Gento

 

Capitán ante Juanín (Córdoba)...

 

---y Calleja (Atco. Madrid)

 

Centrando ante Simonet en El Arcángel


Francisco Javier Gómez Izquierdo


         El domingo en Barbate estuve buscando sitio para ver la final de la Supercopa. Pude ver el partido en el Europa del paseo marítimo. Atención al televisor prestábamos cuatro en una mesa en la que había dos exfutbolistas de los años 80, uno del Spórting y otro del Algeciras, un señor más mayor que estaba solo y servidor, que también. En otra mesa hablaban de sus fiestas dos veinteañeros de los de barbita a la moda y no había más ocupadas. Unos nenes de 11 o doce años correteaban con monopatines por el paseo y de vez en cuando paraban dos minutos a ver la repetición del gol de Modric, "jó tío, es un máquina", decían, y comprobar el penalty "s'ha visto que sí. Es claro". Con audiencia tan escasa y despistada me preguntaba de vuelta a casa si el fútbol no estará de verdad retrocediendo a pesar de los dineros que se mueven por televisión.
      

Con los 11 años de los nenes barbateños, qué digo con 11, con siete y ocho, servidor con las pocas perras que me podían dar mi madre o mis abuelos a los que roneaba por si me soltaban una peseta cogía sitio media hora antes de los partidos de fútbol que daban por la tele y sentado en el suelo de la taberna de Macanás compraba unas galletas napolitanas, gasto mínimo para poder estar en el bar y no pestañeaba ni hacía el mínimo ruido hasta que acababa el partido. En aquella tele en blanco y negro y sobre todo en el transistor de mi abuelo Francisco por boca de Vicente Marco de la Sociedad Española de Radiodifusión me empecé a drogar con nombres míticos entre los que destacaba sobre todos Paco Gento, el enganche del Real Madrid supercampeón de los Di Stéfano, Puskas, Kopa... con el Madrid yé-yé de los Amancio, Pirri, Velázquez...
     

La velocidad era la característica de Gento conforme lo leído y oído, pero es conocido que no era virtud suficiente para triunfar en el Real Madrid. Su endiablado sprint llegó sin domar al Bernabéu y tuvo que padecer chanzas del madridismo "se pone a correr y se deja el balón atrás", pero como el Vinicius de hoy el potencial había que desbravarlo. "Aprendí a frenar", y con tan sencilla rectificación aquel extremo se convirtió en uno de los futbolistas más espectaculares que recuerda el mundo del fútbol. ¿A qué aficionado no se le tensa el cuerpo en una buena carrera por el extremo? Vimos a Juanito, Rojo, Ferrero, los Bale de sus buenas tardes,  Mbappé o Vinicius de hoy... Todos nos llevan al huerto de la admiración con su velocidad, pero ninguno como Gento, que vivió en una época de defensores fieros como molosos y muy lejos de los cuidados de todo tipo en la actual profesionalización, controladora al parecer hasta la náusea.
      

"Marcelo alcanza los mismos títulos que Gento", decían los locutores el domingo desde la Arabia y esta mañana de camino a casa con unos boquerones pensaba en cuántos títulos tendría Gento si jugara en estos tiempos con tantas competiciones inventadas además de las de las de toda la vida. La prensa recuerda sus ligas y su récord de copas de Europa, bagaje suficiente para tenerlo entre los más grandes de todos los tiempos, pero también nos recuerda su antidivismo y es cosa tan cierta que comprueba servidor porque entre mis papeles no encuentro un reportaje como Dios manda o como los que aparecen sobre otros tenidos tan discretos como él y ponemos a Grosso, Pirri, Collar, Kopa...
     

No nos engañemos, aquel fútbol donde se hablaba de chupinazos, marcador simultáneo Dardo, línier con acento en la primera i, órsay ó qué mal tira este farias... y donde los derechos de imagen del futbolista por usar la foto en las cajas de cerillas se reducían a un gran saco de cajas de fósforos con tu fotografía tiene poco que ver con el actual. Gento es de buenos genes cántabros y le han sucedido sobrinos que han alcanzado prestigiosos éxitos deportivos, pero todo es muy diferente y es seguro que tío y sobrinos lo tendrán archihablado -¡qué envidia de conversaciones!- cuando se juntan. En el Diego Porcelos de Burgos tuvimos en clase otro sobrino que venía de la parte de Palencia o provincia y con García de primer apellido. Se parecía a Don Francisco más que los Llorente, pero creo que está por demás decir que "...como Gento no hay ninguno".


       Descanse en paz.