lunes, 30 de julio de 2018

Suicidas

 La meta...

...es un cementerio de pateras


Francisco Javier Gómez Izquierdo
   
          Las personas autodenominadas buenas cuyo único mérito es vivir a costa de los dineros de las Administraciones explotando los tiernos sentimientos de los miles de incautos que en España son, llevan tiempo simplificando el problemón de las pateras con un “pobrecitos” dedicado a los inmigrantes y un “fascistas” a los que los ven llegar escandalizados.
         
Las personas autodenominadas buenas entre las que hay muchos ministros y sobre todo ministras, muchos alcaldes y sobre todo alcaldesas, muchos intelectuales y sobre todo “intelectualas” no se llevan a sus casas ni a las de sus amigos de parcialidad a ninguno de los “pobrecitos”. No. Llaman a voces a las criaturas para que el mundo y sobre todo Europa se “cosque” de su infinita bondad, no se cortan en gastar los dineros del contribuyente en bienvenidas, se emocionan como hipócritas que son con las peripecias nigerianas ó camerunesas... pero ¡ahí los dejan! Con una manta, una botella de agua, una sudadera y un bocadillo que paga el que tributa en el puerto y en el polideportivo de Barbate sin ir mas lejos, para que los barbateños  practiquen la solidaridad que ellos predican.
         
Entre estos “buenos” que viven de intentar arruinar al Estado destaca estos días una tal María Isabel del partido Podemos que aliada con oenegenistas subvencionados y demás partidos ¿¿progresistas?? de rigor, ha conseguido reabrir el caso de un suicida argelino en Archidona a finales del 2017. Esta mujer “buena” no parece tener la mínima intención en investigar los once suicidios de ayer, los once de hoy ó los once de mañana y así sucesivamente de ciudadanos de su país. Setenta y cinco a la semana. Tres mil doscientos al año, de los cuales dos mil quinientos, hombres. No. Doña María Isabel dedica sus sensibilidades al drama de la inmigración ¡Oh chicos, qué buena soy! No hay constancia de que haya dejado su casa y abierto su frigorífico, como esos barbateños que saben que las cosas no pueden seguir así, a uno sólo de los pobrecitos que tanto le preocupan. Es más, a mí me ha parecido que tanto ella como sus coleguitas quieren aprovechar un caso cerrado en provecho propio con un exhibicionismo que las personas de cierta sensatez tienen por indecoroso. Sostengo lo del mezquino exhibicionismo porque la doña quiere imputar un suicidio, acto voluntario que se repite en España once veces por día y en el que no hay por qué dudar con presiones psicológicas, al comité de bienvenida de una cárcel.

       El argelino encontrado ahorcado en una habitación (no era celda porque no estaba en prisión) con ducha, lavabo, wc, sábanas y mantas a estrenar, había participado en una trifulca el día anterior. Manifiesta la policía que se mostró agresivo y que se optó con muy buen criterio por aislarlo del resto de la población inmigrante y adjudicarle una habitación para que no agrediera a sus compañeros. Allí no había funcionarios, ni equipo médico, ni equipo de tratamiento, ni trabajadora social y educador  o educadora como pretenden los denunciantes. Allí había personas ilegales y policía custodiando.
       La policía no tiene por qué saber el idioma de las tribus de Argelia, la Administración no tiene porqué disponer psicólogos que evalúen a los miles de inmigrantes que llama doña Calvo, doña Carmena y demás “gente güena”, los médicos harto hacen con intentar detectar las enfermedades comunes que tienen o las contagiosas que traen, como para que doña María Isabel le obligue a detectar si el “pobrecito” es bipolar, esquizofrénico o psicópata y mire usted doña, a mí me incomoda mucho que mi dinero y no pongo a nadie por pantalla -no olvide que  pago para que usted cobre- se emplee en psiquiatras para inmigrantes.
         
Sepa usted que entre  tantos como vienen se cuela mucho tarado que no se suicida. No le quepa duda, doña, que un servidor invitará a las víctimas de esos psicópatas a que pidan responsabilidades a tantas mujeres buenas de las que los que estamos asustados sabemos sus nombres y apellidos. ¡Ah, y hombres como don Marlaska, uno de los mejores ejemplos de lo lejos que viven muchos jueces de las calles en las que pasan cosas serias!

        Aclaro a doña María Isabel por si llega a leer esto. A mí no me gusta montar en avión, pero estoy a favor de la aviación.