domingo, 22 de julio de 2018

Fabio




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Españolito que vienes al mundo te guarde Dios: una de las dos Españas ha de helarte el corazón, y a Fabio McNamara ya se lo han helado las dos.

Lo de las heladas es lo que lleva al dictadorzuelo Sánchez, un presidente que nadie ha votado (las tiranías, recuerda Gray, empiezan como festivales de los deprimidos), a decir que Machado es soriano.

¡Loca! ¡Drogadicto! ¡Cómo están las cabezas!
Asombra comprobar que esos piropos que en los 80 las beatas fachas de la calle de la Palma (uno vivía en el número 38) dirigían al Fabio de la Factory de Casa Costus son los mismos que las beatas progres dirigen al Fabio del Valle de los Caídos, Ángel Caído, ¡ay, Jesús!, de la Movida, ocasionando en este país de palurdos encabronados un tumulto como el de Sodoma, con arreglo a la maldición del hermano del sevillano Juan Guerra: “El que se mueve, no sale en la foto”. Es decir, en la colaboración, en el twitter, en la tertulia.

En la parábola de Dostoyevski el Gran Inquisidor le dice a Jesús en Sevilla que la humanidad es demasiado débil para soportar el don de la libertad:
Hemos corregido tu obra, fundándola en el “milagro”, el “misterio” y la “autoridad”. Y los hombres se alegran de verse otra vez conducidos como un rebaño y libres del don abrumador que los atormentaba.
De Sevilla, precisamente, me envía Alfredo Valenzuela, subrayado, este párrafo de las memorias de Carlos Luis Álvarez, el Cándido carbayón: “Como en el franquismo se había escrito bien (Pemán, Foxá, Herráiz, Sánchez Mazas, Serrano, Montes y por ahí seguido), la libertad se identificaba con la ignorancia. Los que no sabían escribir tuvieron su gran oportunidad hasta hoy”.
Ahí está explicado el desierto literario (¡y todos los demás desiertos!) de la Santa Transición, que nos tiene como moscas en un vaso con su ir y venir del antifranquismo franquista al franquismo antifranquista.

La democracia –dirá Cándido– va a acabar siendo un lujo monárquico.

Y eso, Fabio, ay dolor, que ves ahora, ha sido.