Macron y la merienda de un león
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Macron, el líder huero de Europa, no tiene hijos, pero ha plantado un árbol en la Casa Blanca.
–Un arbre, par-dessus le toit, / berce sa palme –nos hacía recitar en la escuela un Verlaine de Mutilva, Navarra, que nos daba francés.
Con la pala en la mano, y poniendo a Trump por testigo, Macron parecía enterrar a frau Merkel, y con ella, ese IV Reich que es la Unión Europea, cuyo arrasamiento por los bárbaros (en el sentido romano de la expresión, por si los lectores cursis) anunció Macron, tras “comprobar” que el cambio climático (?) ha disparado la demografía en África, según puede “comprobarse” de paseo por París.
De París viene ahora a salvarnos Manolo Valls con una muletilla de Mitterrand que tiene hiperventilando a la derechona española.
–El nacionalismo es la guerra.
Pero Mitterrand y Valls son dos zoquetes en filosofía política que confunden nacionalismo y estatalismo, y cuyo “pacifismo ginebrino” los lleva a hacer de la paz una ficción jurídica: paz es todo lo que no es guerra, y sólo es guerra la vieja guerra militar con su “animus belligerandi”, lo cual excluye el hundimiento del “Rainbow Warrior” a manos del capitán Kister y a las órdenes del antinacionalista Mitterrand por razones… de Estado.
Si el nacionalismo es la guerra, ¿qué hacemos con Churchill y De Gaulle, los dos nacionalistas más grandes del siglo XX?
Valls viene a politiquear a España como Fray Gerundio iba a predicar a los pueblos. “¿Sabe alguien latín?”, preguntaba. Y con el “no” por delante, se soltaba a disparatar en la lengua de Marcial como Valls en la de Mitterrand, a sabiendas de la ignorancia política que reina en España.
–¡Vítor el padre fray Gerundio, vítor el padre fray Gerundio!
"Vítor al padre Crispín, / De los cultos culto sol, / Que habló español en latín, / Y latín en español."
¿Que Valls sea alcalde siendo francés? Siendo italiano, Mazzantini fue concejal, y estoqueaba como Dios, antes, eso sí, de que el Curro Romero de San Blas inventara el “julipié”.