Hermann Tertsch
Eran las once en esta noche de perros cuando sonó el teléfono, vi en la pantalla quién era y me pregunté qué querría Antonio García-Trevijano a esas horas. No era él sino su fiel ayudante Elena que me anunciaba que el maestro, como le llamaban y seguirán llamando sus muchos discípulos, acababa de morir. Por complicaciones con el implante de un catéter. No se puede improvisar de madrugada la necrológica de un coloso, de un hombre completo como surgen muy pocos en una nación en un siglo. Hoy la mayor parte de los españoles apenas conocen la figura de este inmenso intelectual y pensador, pero también hombre de acción que tuvo inmensa relevancia en esa transición política española tan manoseada y usurpada tantas veces por personajes menores.
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Morante de la Puebla brindando su toro a Antonio García-Trevijano en Las Ventas
–Al hombre más inteligente que he conocido. ¡Viva España!