Las musas de Stalin
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Un grupo de historiadores pasa a la firma de famosos un manifiesto contra las leyes zapateras de “memoria histórica” que se resume en una frase:
–Estamos ante una ley de tipo soviético.
Con la Santa Transición ocurre como con la Revolución Francesa: el relato oficial no contiene una sola verdad, sustituida no por mitos, sino por mentiras, que son cosas menores, mal intencionadas, y por eso repugnan.
–Mienten los pendejos –decía el Indio Fernández–. En cambio, sólo los genios pueden crear mitos.
Leer las leyes zapateras (once años ya de la primera) que señala el manifiesto es releer “La facultad de las cosas inútiles” de Dombrovski, once años de trabajo en “los balnearios de Stalin”, donde las “cosas inútiles” eran la libertad, el derecho, la cultura y la imaginación.
–¿Y de dónde ha caído sobre nuestras cabezas todo esto? ¿Nos lo legó Iván el Terrible, o nos lo trajeron los malditos tártaros?
Pero “esto” (la denuncia: “denunciaban mujeres, maridos, amantes, vecinos, padres, hijos; denunciaba quien aspiraba a obtener una vivienda o habitación, una herencia, un joven, una mujer bella; denunciaban los esquizofrénicos porque creían que lo que pensaban era verdad; a veces la gente incluso se denunciaba a sí misma, asustada de sus propios e inopinados pensamientos nocturnos y de sus dudas criminales”) no se lo había legado Iván el Terrible, no lo habían traído los tártaros, sino que ellos mismos lo inventaron y nutrieron.
El extraño monstruo había nacido en 1934 con la Comisión Especial adscrita al Comisariado del Pueblo con derecho a aplicar, por orden administrativa y sobre la base del estatuto (“¿cuál, Señor, cuál?”), el confinamiento, la reclusión en los campos de trabajo correccionales.
Con eso hasta la derecha culona confiesa en Twitter que la “modernización de España” (?) no fue cosa de López Rodó, sino de Felipe González. El mismo Twitter que censura como “material sensible” el eslogan de Trump para 2020: “Keep America Great!”