1940-1980
A John Lennon, que tenía cuarenta años, su asesino le pidió un autógrafo y luego lo esperó seis horas para matarlo. Murió en Nueva York, a dos pasos de Central Park. El asesino arrojó el revólver –un 38, adquirido en Honolulu diez días antes– al suelo, sin molestarse en huir. El músico era el símbolo de la generación optimista surgida tras de la segunda guerra mundial: la Libertad, la Contracultura, la Droga, el Oriente... “Para alcanzar la fama hay que ser un hijo de puta –declaró sin cinismo, pero con solemnidad–. Los Beatles eran unos hijos de puta redomados.” Y como provocación: “Somos más famosos que Jesucristo.” Cuando lo mataron, el portavoz de la Policía de Nueva York abundó en la hipérbole: “Es tan importante como el asesinato de John F. Kennedy.” A las puertas del hospital, un fan portaba una pancarta en que se leía: “Dad una oportunidad a la paz.”
IGNACIO RUIZ QUINTANO
(Del libro Serán ceniza, mas tendrá sentido / Ediciones Luca de Tena, 2006)