sábado, 2 de noviembre de 2013

Muertos


Manuel Machado


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    La vejez, según los viejos, es haber cogido frío.

    Por eso los viejos de Madrid acaban en Conil, y los de Burgos, en Gandía.

    Desde que la ciencia descubrió los rudimentos del frío, todo lo que se nos sirve a la mesa es comida vieja, y donde antes se nos pedía respetar a los viejos ahora se nos pide respetar las cadenas del frío.

    Envejecer, pues, es ir enfriándose, y el frío absoluto es la muerte.

    Cuando Gómez de la Serna tituló su libro de la muerte “Los muertos y las muertas”, lo hizo para acentuar el frío mortuorio, aunque estaba anticipando, sin saberlo, la friura del lenguaje feminista, que banalizando la vida no ha conseguido eludir a la muerte.

    De hecho, la única preocupación de los muertos en los libros que hablan de ellos es el sol.

 Calentarse al sol. Si la pelea de la vida fue conseguir un piso con sol, la pelea de la muerte será instalarse en un nicho con sol, donde suden las flores y su goteo asuste a los vivos como se asusta a los garbanzos.

    En un día como hoy, las únicas alegrías de los muertos son un rayo de sol y aquella caja de música que Ruano puso en la necrológica de Manuel Machado, en cuyo “Nuevo Retrato” se había pintado de niño que apoya su sien en un libro-caja de música, escena que sirve al funebrista cesáreo (César de los muertos) para dar a entender que el hombre tiene sólo una única actitud ante la vida, y que eso fue el Manuel Machado de “aparezco en aquel retrato, calladito, escuchando, encantado, al dulce soniquete”.

    –Con melancolía –escribe Ruano– ladeo también ahora (ha muerto el poeta) mi cabeza. ¿Todos tenemos el oído pendiente de una canción lejana que el ruido de los hombres, de nuestros propios pasos, no nos deja oír exactamente? ¿Será, Dios mío, una misma canción? Es probable que la idea final del hombre que muere sea la de que va a nacer. Y esa música sea la nana dulce del pobre niño que todo hombre lleva dentro martirizado por el hombre que lleva fuera.

    Tal cual.