Gran Vía
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Esta sociedad alucinada que asiste, entre risueña y pastueña, como yonqui acribillado de caballo en la cuneta, a la sinjusticia de la victoria etarra (“¡aúpa, Xabi!”, a un asesino de niños) es España.
Ya Pérez de Ayala vio que el pueblo español está acostumbrado a ver los toros desde la barrera, a camorrear en los tendidos, “y de aquí no pasa”.
Y Américo Castro sostuvo que somos el único pueblo del Occidente que nunca ha experimentado la satisfacción gozosa de vivir en plena armonía con sus connacionales:
–Se vive entonces como si la vida, en lugar de caminar hacia adelante, sintiera la necesidad de desandar, de comenzar nuevamente su curso.
Desde luego, somos el único pueblo del mundo (todos fascistas, menos nosotros) que ha echado abajo las puertas de las cárceles en tiempo de paz.
No se sabe de ningún preso etarra que limpiara jamás un váter o barriera un patio: eran los Eloi (con boina) del sistema penitenciario. Para pringar estaban los Morlocks, es decir, los asesinos sin bandera, ahora liberados obscenamente para camuflar la estampida de los Eloi.
Eloi, para entendernos, es asesinar a un niño por la patria (Javi de Usansolo) y que en tu pueblo te digan “¡aúpa, Xabi!”. Morlock es asesinar a una niña por gusto (Valentín Tejero) y que en la puerta de la cárcel te esperen los periodistas para preguntarte cómo llevas la terapia.
Entre rejas, los Morlocks han fregado, pero han sido los Elois quienes los han liberado.
La sociedad alucinada alterna las imágenes de los asesinos sueltos con las caras del anuncio de la Lotería de Navidad. Políticamente, sólo es otro recorte del Gobierno: menos presos, menos bocas. Pero como espectáculo pide proyección universal: pienso en un gran musical para la Gran Vía con los excarcelados, música de Lloyd Webber y letra de Tim Rice sobre la frasecilla de Clint Eastwood en “Sin perdón”:
–Matar a un hombre es duro: le quitas lo que tiene y lo que podría tener.