jueves, 30 de junio de 2011

La penúltima fechoría de Zp


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Al enterarse de que la elegida para Capital Europea de la Cultura era San Sebastián, la ministra cordobesa Rosa Joaquina hizo pucheros. No por la piñata perdida, sino por la evidencia encontrada: Zapatero es Freddy Krueger, cuya penúltima fechoría para hacerse un hueco en la historia, entre Gandhi y Lanza del Vasto, es esta kermesse por la paz.

El gran compromiso en contra de la violencia y la idea de usar la cultura para ello.

Ahí tienen el motivo que ha dado un jurado de pacifistas para votar lo que ha votado. Tienen una pinta de “indignados” profesionales que inspira confianza, aunque no quiero pensar lo que diría de ellos el Thomas Bernhard de “Mis premios”:

El universo mismo no es ya un cuento de hadas: Europa, el más bonito, ha muerto, ésa es la verdad y la realidad. La realidad, como la verdad, no es un cuento, y la verdad nunca fue un cuento de hadas.

Bueno, eso decía aquel Bernhard, antes de describirnos cómo roncaba la ministra de cultura austríaca (paisana de Gaulhofer, el jefe de los “indignados” que han votado por la paz de España):

–Porque la ministra roncaba. Aunque muy suavemente, roncaba; roncaba con el suave ronquido de los ministros, conocido en el mundo entero.

La ministra Sinde y sus jurados se mueven en ese ambiente a lo “Spain… on the road again”, donde Gwyneth Paltron y un tipo que se presenta como crítico gastronómico del NYT se codean con Arzac y con Adriá, y al llegar a Córdoba hacen parada en la mezquita, y suelta el crítico gastronómico:

–Desde aquí Felipe II dirigió el mundo.

Entre el Kursaal de Moneo y la Mezquita de Abderramán, ¿qué diferencias pueden advertir esos jurados? Vale que el Kursaal de Moneo no deja ver el mar, pero, con tanta columna, ¿qué deja ver la Mezquita de Abderramán? José-Miguel Ullán la comparaba con la sala Cleofás de Madrid. Cuando un artista estaba mal en Cleofás, Ullán, en vez de decir eso, decía que las columnas le habían impedido verlo.
Quiero decir que, frente a Córdoba, San Sebastián tiene mejor cocina y un presente más “thriller”, que ha sido lo decisivo.

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