Entró en la choza y con un hacha pequeña mató a la mujer y a dos hijos de corta edad. Cogió la cantidad que había despertado su criminal codicia y suponiendo que podría delatarle la posesión del dinero lo enterró al pie de un algarrobo. Luego creyó que había una manera cierta de ocultar el delito y puso en práctica su plan incendiando la choza para que el fuego borrase toda huella. El cabrero Castillo y sus dos hijos vieron llamas, pero no llegaron a tiempo de ver que había mediado una mano delincuente.
El criminal, Antonio Vega, con un cinismo y una frialdad de ánimo sin ejemplo, avisó a los cabrerizlos y jornaleros de otras dehesas y ayudó a la extinción del fuego, sin que le espantara la idea de que el Juzgado empezaba a instruir las primeras diligencias y que la guardia civil se había puesto en campaña.
Por más de un dato se llegó a averiguar quién era el criminal y Antonio Vega huyó, logrando capturarle el cabo de la guardia civil Antonio Merino García.
...13 de agosto de 1903