sábado, 12 de septiembre de 2009

SÁBADO, 12 DE SEPTIEMBRE



LOS TOROS DESDE LA BARRERA

El Cid está en Madrid, herido.
Cornada en el muslo, cornada en el hombro y paletazo en las costillas, que muerden al pulmón. Y es que este año, al Cid, más que los toros, sólo le han pegado, por lo que estorba, los revisteros de la crítica industrial, ésa que mueve el "agit prop" de Jotaté, de Morante, de Castella y de Julián López ("siete jandillas y una orejilla", dice el fandango), cuyas galas siempre merecen el título de importante por delante ("Imporante Jotaté") o el de cumbre por detrás ("Jotaté, cumbre").

Pero, con Ponce -indiscutible triunfador de lo que va de temporada, otro año más-, El Cid nos hace mucha falta a quienes amamos esta fiesta simplemente por el toreo puro y los valores viejos. Cuando más fino estaba, cayó en la Villa Real de Navalcarnero, uno de los pueblos limpios de España, ante un toro -o lo que fuera- de Murube en el embroque de la suerte suprema. Pronóstico: "Muy feo", calificación de callejón del banderillero Pirri, que no viene en las fórmulas rituales de los diagnósticos taurinos, cuyo sentido exacto expuso Claude Popelin en Los toros desde la barrera:

Menos grave: sin gravedad Reservado: sin gravedad, salvo complicación posible Grave: herida caracterizada Muy grave: estado muy grave Gravísimo: estado casi desesperado Herida mortal por necesidad: herida necesariamente mortal.

El último diagnóstico médico: Reservado.

Ignacio Ruiz Quintano