domingo, 13 de septiembre de 2009

D0MINGO, 13 DE SEPTIEMBRE

RAZONES DE PESO

El verdadero problema filosófico no es el suicidio, como dijo Camus -¿quién leerá hoy a Camus?-, sino el peso. Todo el mundo quiere cambiar de peso. Foxá habló del peso de la púrpura del imperio americano, pero el huero, chirle y hebén Obama, al que le han dicho que es Septimio Severo y él se lo ha creído, ya ha decidido quitarse hasta el último gramo de peso para sentarse a negociar de tú a tú con la teocracia persa.

Si la historia del boxeo tiene que ver con la de la mafia es por el peso: los gansters trucaban las básculas y los púgiles pagaban las consecuencias de la sauna en el ring.

"¿Tiene peso?", preguntó un director de periódico a José-Miguel Ullán, que se presentó en la Redacción con un artículo que había conseguido arrancarle a Monterroso.

Ahora Márquez ha descubierto en una gala de José Tomás en Albacete el modo en que los taurinos tienen resuelto el problema democrático del peso. ¿Que el público silba porque se le hace poco el peso del toro? Se cambia, no el toro, sino el peso, y asunto concluido. La solución tiene algo de Quevedo, que dijo: "Si quieres que las mujeres vayan detrás de ti, ve tú delante de las mujeres."

¿Que el público silba a Zapatero? La Democracia, o gobierno de los pesados, sacará en TV la tablilla de Rajoy, y Santas Pascuas.

Ignacio Ruiz Quintano