domingo, 27 de septiembre de 2009

DOMINGO, 27 DE SEPTIEMBRE

LA PARADOJA DE DIDEROT

Aristóteles enseña que la edad adecuada para el matrimonio son los 37 años en los hombres -y los 18 en las mujeres-, pero los 37 años suele ser la edad a la que mueren los genios. Watteau murió a los 37 años, como lord Byron. Y Rafael, el de las dulces Madonnas, justamente cuando acababa la Transfiguración.

El actor callejero arrestado el otro día en Burgos bajo la acusación de tocamientos a una espectadora tenía 37 años.
Un comediante, decían los enciclopedistas, es como un cornetín o una flauta: hay que soplarle dentro para que suene.
¿Un atleta de los afectos? Según el método, y hay más que botellines de Mahou:
Antoine, Stanislavsky, Craig, Appia, Meyerhold, Copeau, Reinhardt, Jouvet...
El de Burgos parece ser un mal actor de sus emociones que pone sobre el tapete la Paradoja del Comediante de Diderot: la sensibilidad hace a los actores limitados (mediocres). ¿Debe el actor conmoverse o no?

Ignacio Ruiz Quintano