Barcelona / MadridJosé Ramón Márquez
Dirán que los toros fueron desrazados o descastados o qué se yo por dónde saldrán estos, pero la de Palha ha sido una auténtica corrida de toros, con algunos, como el primero, complicadísimos, y otros, como el cuarto, más francos, pero todos exigiendo al que tenían delante que no se confiase ni les tomase por tontos. El toro es así cuando es toro, que hay que estar atendiéndole desde que sale, y con él no valen monerías. Solamente por estar ahí y por vestirse de toreros frente a esa corrida, vaya el aplauso y la gloria para Rafaelillo, para Valverde, para Fandiño. Si además hubiese habido toreo, esto ya habría sido el acabose.
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¿Por qué será que en estas tardes de toros de verdad a uno siempre le vienen a la cabeza los mismos nombres? ¿Veremos alguna vez a Ponce, a Juli, a Tomás frente a los de la divisa azul y blanca?
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A seiscientos kilómetros de Las Ventas se daba una cómoda novilladita.
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¿Por qué será que en estas tardes de toros de verdad a uno siempre le vienen a la cabeza los mismos nombres? ¿Veremos alguna vez a Ponce, a Juli, a Tomás frente a los de la divisa azul y blanca?
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A seiscientos kilómetros de Las Ventas se daba una cómoda novilladita.
