lunes, 3 de abril de 2023

Resiliencias varias

Hazard en Cándido

El Norte de Castilla

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Iba yo a comprar el pan y en la cola (España vuelve a hacer cola en las panaderías) un titular del “As” me deslumbró como los ojos hipnóticos de Kaa, la serpiente de “El Libro de la Selva”. Habla el brasileño Djalminha: “Vinicius debe ser resiliente y aguantar el dolor”.


    ¡La resiliencia, Dios Santo! Junto con el “empoderamiento” y la gobernanza”, la “resiliencia” da hoy para surfear la vida socialdemócrata en el Estado de bienestar. El progre común es resiliente y aguanta tan terne el dolor de los recibos del gas y de la luz. Si Vinicius lograra surfear la banda izquierda aguantando el dolor de los laterales derechos, ya estaría.


    El modelo de resiliencia para Vinicius sería la de Hazard, que era el destinado para ocupar en el Madrid ese sector del campo. ¿Que qué ha hecho Hazard? Pues irse a Segovia a degustar un cochinillo a Casa Cándido y posar como posaban los famosos que en los 60/70 venían a Madrid “y alrededores”, que incluían Chinchón y Segovia, la frustrada autonomía uniprovincial con que soñara Modesto Fraile.


    Hazard debe de ser el famoso más universal que se ha plantado en Segovia para ocuparse de un cochinillo desde los felices días de la ilusión con Orson Welles, tipo insufrible, al decir de Gil Parrondo, que lo aguantó:


    –Insufrible. Genio con complejo de chato. Llegabas a Segovia y había que volver a Madrid porque había olvidado sus narices postizas.


    La parte simpática de Hazard es ésta de no perder la sonrisa ni el apetito porque el entrenador no lo pone a correr la banda. Tampoco le importa el qué dirán, cosa de agradecer en una estrella. A Tchouaméni, nuestro imperial Aureliano, los periodistas lo pusieron de chupa de dómine porque se fue a un partido de baloncesto en París mientras su equipo se jugaba una eliminatoria copera en los feraces labrantíos extremeños, y el buen hombre se vio obligado a publicar un comunicado de excusas. Ramos, en algún rato libre, le pegaba en el campo derechazos a un toro con Talavante. Pero el cochinillo turístico de Hazard tiene momentos históricos que conmueven a la cultura “woke”, y de entrada pensé que habría lío. Estos no son ya los tiempos en que Figo le tiraban en el Camp Nou una cabeza de cochinillo coruscante como a Curro le tiraban almohadillas y no pasaba nada.


    Tomado de la “Militaria” de N. Hobbes: “La guerra del cerdo estuvo a punto de desatarse en 1860 en la frontera de Estados Unidos y Canadá, al insistir un cerdo canadiense en cruzarla con la intención de comerse las patatas estadounidenses. Cuando un granjero americano disparó a la bestia, un barco de guerra británico fue enviado a San Juan, con el resultado de un tenso pulso con sesenta soldados estadounidenses, hasta que los comandantes de ambos bandos estuvieron de acuerdo en retirarse”.


    Y luego está uno de los pasajes más interesantes del Evangelio, que es el de los cerdos gerasenos, que tanto gustaba a los nihilistas de Dostoyevski. “Léame otra vez el pasaje de San Lucas de los puercos… “ces cochons”… –pide Trofímovich–. Recuerdo que los demonios entraron en los puercos y todos se ahogaron. Debe leerme eso; ya le diré después por qué […] Eso corresponde cabalmente a nuestra Rusia.”


    En Inglaterra, el debate sobre los cerdos gerasenos del Evangelio estuvo a cargo de Huxley y Gladstone en “Nineteenth Century”.


    –¿Eran propiedad de un judío o de un gentil? Si de un gentil, su aniquilación constituyó una injerencia injustificable en la propiedad privada.


    Felizmente, la paz madridista no se ha visto alterada por el cochinillo segoviano, en plena cuaresma, de Hazard, que lo habrá degustado a modo de resiliencia, y es bonito que el bizarro mundo del fútbol sea tamizado por el refino filosófico de la cocina. ¿Se arreglaría lo de Vinicius en España invitándolo a Segovia a un cochinillo que lo ayudara a adoptar la resiliencia hazardiana recomendada por Djalminha?


    Y tampoco es cosa de apelar al semperismo rampante en el fútbol, ismo cuyo fundador, Borja Sémper, desgranó hace una década en el “Jotdown”: Mourinho, personalidad antagónica a la del Madrid; Cristiano, “un tío que se cae y se queja por sistema” (¡ay, Vinicius de mi vida y de mi corazón!); “me preocupa que los niños quieran ser Messi y no Ronaldo”; “mi Real Madrid es el de Casillas, y si me apuras, hasta el de Butragueño”.


    El antídoto para este dadaísmo pipero sería el libro de recetas de la Pardo Bazán, una de las cuales tenía fascinado a Camba porque arrancaba así: “Se coge un cerdo y se le castra…”



NACHO Y RAMOS


    El estreno del nuevo Combinado Autonómico da para una exposición de “Las edades del hombre”, con Nacho, “el que siempre cumple”, que anda casi en la edad de Cristo, como renovación de Ramos, sacado del grupo porque, al parecer, daba la chapa en el desayuno. De renovación del central, pues, Nacho, con 32 bien corridos, y de renovación del delantero centro, Joselu, con otros 32 bien corridos también. Esos son diez más de los que tiene Haaland, mezcla de Michu (sí, Michu), Cristiano e Ibrahimovic, pero diez menos de los que gasta precisamente Ibrahimovic, que lleva camino de romper todos los registros, incluido el de años cotizados a la Seguridad Social.

[Lunes, 27 de Marzo]