lunes, 25 de octubre de 2021

La clase trabajadora


Un Montalbán es lo que según Valdano necesita el Madrid

 



 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Mientras el club va apilando millones para asar un par de vacas sagradas, Halaand y Mbappé (con las vacas sagradas pueden hacerse las mejores hamburguesas, dijo Abbie Hoffman, y lo demostró Cruyff en el Barcelona), Valdano va echando de menos en la historia del Madrid un Montalbán, el que un día dijo que el Barça era más que un club, el ejército desarmado de Cataluña y más frases cómicas como de Ivà. ¿Y qué ha sido Valdano, sino un Montalbán con más vocabulario?


    Montalbán fue un pesado setentero de marca mayor, que se autoproclamó portavoz de la clase trabajadora, que nunca conoció. Esto se lo hizo ver en la tele José-Miguel Ullán en un programa de Balbín, y Montalbán, una mole de fingimiento, fingió llevarse un berrinche.
    

En España el mito impostado de la clase trabajadora debe de venir de la Constitución del 31, por la que España se constituía en “República de trabajadores”, una majadería del socialista (¡qué, si no!) Araquistáin (se hizo fama de inteligente porque se casó con una extranjera) que dejaba fuera de la Constitución a todo el que no tuviera un curro, es decir, los vagos y los maleantes, ley estrella, ay Carmela, de la República, derogada para que hoy no pudiera perseguirse a medio consejo de ministros.
    

¿Y el Madrid, qué? ¿Otra vez de centro? Porque, según Valdano, el Madrid no fue franquista en el franquismo, y la prueba, dice, es que el equipo no ganaba nada y que Bernabéu expulsó a Millán Astray del palco, con lo que Valdano viene a dar así la razón a Gabriel Maura cuando dijo que el franquismo fue una dictadura paliada por el incumplimiento (al contrario que el peronismo de Valdano, que es un incumplimiento paliado por la dictadura). Porque, en efecto, ¿qué clase de dictadura es ésa bajo la cual el equipo del dictador no gana nada y además tu club no invita al palco a los amigos del dictador? ¡Menuda república de tontos!
    

Y lo más peligroso de un tonto, como se sabe, es que sea trabajador, porque en el fútbol, como en la política, todo tonto se hace bribón, como sucedería con Raúl, si fuera tonto.
    

Raúl, sin embargo, es el tío más listo que ha conocido Valdano en el fútbol, y además ha roto en trabajador hasta tal punto que en Navalcarnero, villa comunera, ganó un día el Castilla que él entrena en el último minuto y algún jugador que hizo gestos al público fue abroncado por Raúl en términos propios de un lector del “Manifiesto” comunista prologado por la ministra Díaz, quién sabe si en sus ocios en el Schalke 04, club minero, donde Raúl vivió su jubilación pensionado por el Real Madrid.
    

No tenéis ningún derecho a humillar a gente trabajadora –dijo Raúl a sus pupilos en Navalcarnero.
    

Como el personaje de Proust cuyo amor iba siempre suspendido en una “frase” de Vinteuil, el pipero lleva siempre su afición suspendida de una frase de Raúl, igual de demagógica, por cierto, que sus carreras a fondo perdido por los balones que salían de banda en el Bernabéu. Este amor a la clase trabajadora quiere decir que Raúl será el sucesor de Ancelotti en el banquillo del Real Madrid.
    

Nací en el seno de una familia muy pobre –cuenta Ancelotti en sus memorias–. Mi padre trabajaba mucho. Teníamos diez vacas y hacíamos queso parmesano. No teníamos dinero, pero era feliz. Cuando no tienes nada, no sabes lo pobre que eres.
    

Bueno, ¿no?, Raúl sale de la madrileña Colonia de los Ángeles, que no es Reggiolo, pero tampoco… París, por decirlo al modo Luis Enrique, que también deja caer frases Vinteuil.
   

 –¿Triste por la derrota? –dijo Luis Enrique cuando la final ésa que perdió en dos movimientos de Eric García–. Hemos dominado el partido, y hemos perdido, pero podía ser peor, podíamos haber nacido en Francia.
    

¡Podíamos haber nacido en Francia! Es una genialidad sólo al alcance de un Yogi Berra (el beisbolista de los malapropismos, no el Oso de los dibujos, como lo confunde un académico que publica novelas de todo a cien), o de un compañero mío de periódico que entrevistó a la despampanante musa centrista Ágata Lys, paisana de Garicano, el mandadero de Soros, y arrancaba: “Ágata, como su propio nombre indica, es felina…”
    

Raúl alternó sus carreras de sacos demagógicas con genialidades así, que se llamaban “aguanises”, y con esos deslumbres se agenció una personalidad, que es, tiene dicho Rafael de Paula, lo primero que debe tener alguien que pretenda vivir del público.
    

Raúl nos hará un Madrid que será una Ugeté en Primero de Mayo.

 

 

Ágata Lys


EL CASO ALVES


    Dani Alves, el futbolista con mejor palmarés de la historia (cuarenta y tres títulos), supo hacer en su día la distinción futbolística entre tonto útil y compañero de viaje, es decir, entre aficionado y profesional: “Somos profesionales, no aficionados. Nos enamoramos de los sitios en función de lo que vivimos en el sitio. Yo soy aficionado del Bahía y del Sao Paulo. Lo que he vivido en el Barcelona me hace amarlo, como amé al Sevilla, pero que no me cuenten películas, no somos aficionados.” Y cómo habrá visto el panorama culé que, viéndose sin equipo, se ha ofrecido al club para jugar en condiciones de profesional “low cost”.

[Lunes, 18 de Octubre]