UNA CORRIDA
Solamente he visto una Corrida. Fue de niño, en Galicia. El tiempo era nublado y llovía; así recuerdo aquellos años. Claro está que puedo imaginarme muy bien una Corrida con vistosos trajes de luces en una ssoleada plaza de toros andaluza, cantes flamencos, una vida de penuria. Y al final, la redención por el honor y por cojones. Porque ésas son las películas que recuerdo. Sin embargo, al contemplar estos cuadros en las paredes de mi taller en Nueva York, veo los paisajes ensombrecidos, lluviosos y arcanos de mi infancia gallega.
COGIDA / GABRIEL HALEVI
Ignacio Ruiz Quintano
Solamente he visto una Corrida. Fue de niño, en Galicia. El tiempo era nublado y llovía; así recuerdo aquellos años. Claro está que puedo imaginarme muy bien una Corrida con vistosos trajes de luces en una ssoleada plaza de toros andaluza, cantes flamencos, una vida de penuria. Y al final, la redención por el honor y por cojones. Porque ésas son las películas que recuerdo. Sin embargo, al contemplar estos cuadros en las paredes de mi taller en Nueva York, veo los paisajes ensombrecidos, lluviosos y arcanos de mi infancia gallega.
COGIDA / GABRIEL HALEVI
Ignacio Ruiz Quintano