miércoles, 15 de diciembre de 2010

Mosterín ataca de nuevo


José Ramón Márquez

Mosterín está que se sale. Harto ya del gran simio y escocidas sus canillas y sus ingles por los paseos en pantaloncito corto por la sabana africana, con todo el tiempo por delante que le proporciona su salario como investigador (sic) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y enaltecido por el relevante papel que le han hecho jugar en la impostada controversia anti taurina de Barcelona, o de Cataluña, que no me aclaro, ha decidido entrar ya de hoz y coz en el espectáculo circense de la abolición, siguiendo la estela de eminentes personajes como Jovellanos y el Conde de Aranda.

Ahora va el tío cachondo y da a la imprenta un librito en el que sale el menda haciéndose el ingenioso con que si su libro es sobre los toros y a favor de los toros, que digo yo que qué diablos sabrá este tío de los toros, que a este Pelmazo Superior de Investigaciones Científicas (PSIC) le hablas del toro Tendero, de la ganadería de Cuadrillero, lidiado en Villalón el 26 de junio de 1881, que mató siete caballos e hirió al banderillero El Cabo; o el toro Señorito de Benjumea, berrendo en negro, que luchó en Madrid con un tigre venciéndole; o el Rompelindes de Dolores Monge, que ocasionó la muerte al Cirineo en Madrid; o el Montero, de Aleas que tomó veintiséis puyazos por diez caballos muertos; o el excepcional toro Pajarito, de Arias de Saavedra, al que sólo le pudo poner una banderilla El Chiclanero y al que hubo de matar Montes de golletazo a la media vuelta, sin lograr darle un solo pase de muleta; que el PSIC éste se cree que habla de toros cuando de lo que él habla es de una chorrada a la que él y sus compinches llaman bos taurus, como si eso tuviese algo que ver con el toro bravo, y el simplón se cree que ese bicho es como la vaca de Milka, berrenda en morado, que van los niños a tomar chocolatinas de su lomo.

Y lo que en realidad ocurre es que este cantamañanas ni ama al toro ni sabe lo que es ese animal, porque ese animal sólo vale cuando le ves corriendo hacia el caballo con todo el orgullo de su raza, con la cabeza levantada y la vista fija en la presa, como el toro Joyerito de Pablo Romero (Partido de Resina), como los toros Clavellino y Poleo de Celestino Cuadri, como el toro Pobretón de Victorino Martín, como el toro Guitarrero de Hernández Pla, como el toro Bastonito de Baltasar Ibán. Toros en el recuerdo permanente de los que de verdad amamos y defendemos el toro.

¿Qué nos va a contar este Sacamantecas Superior de Investigaciones Científicas a nosotros de amor a los toros, si los recordamos por sus nombres, por sus capas, por sus números, por sus hierros? ¿De qué tiene que venir a dar lecciones este Latoso Superior de Investigaciones Científicas sobre los toros, si él no ama al toro, si para él es lo mismo un Cuadri que un Juampedro, que a los dos los ve como a esos negritos desvalidos que veía cuando iba al África en pantaloncillos cortos a buscarse la vida a costa de los bichos?

A este Ignorante Superior de Investigaciones Científicas lo que hay que hacerle es convencerle para que se ponga por sombrero un embudo y darle la razón en que él es el Napoleón defensor de los bichitos, porque como decía el tío aquél de la película Forrest Gump: ‘tonto es el que dice tonterías’. Y el que no tiene ni idea de lo que habla, también, digo yo.
Acaso debía pensar el tío éste en los arbolitos que ha habido que cortar para poder hacer la pasta del papel en el que se han impreso sus ignorantes memeces contemporáneas y, quizás, debería recapacitar en sus largos momentos de Introspección Superior de Investigaciones Científicas, si realmente tanta destrucción compensa tan poca ciencia.



No confundir al fatuo Chus Mosterín (arriba)
con la maravillosa Julia Caba Alba (abajo)