domingo, 5 de diciembre de 2010

La coca y el jaco son la plaga apocalíptica del flamenco*




PEDRO RIVERA CROSS
Médico poeta

Médico homeópata, psiquiatra, yogui, conferenciante, poeta, novelista inédito, nació en Jerez hace 66 años, de sus tres hermanos dos también son poetas, estudió en Sevilla, vive en Triana, en la calle Pureza, ha escrito letras para Rocío Jurado, Lole y Manuel, Lebrijano, Remedios Amaya, Poveda, Pansequito, Falete y muchos otros, también para Jarcha, Alameda y Smash y le ha puesto nombre al nuevo disco de Raimundo Amador: “Medio hombre, medio guitarra”.


Alfredo Valenzuela
Abc

-¿Cómo se le ocurrió lo de “Medio hombre, medio guitarra?

-Conozco a Raimundo desde que tenía quince años, y desde el primer momento vi que era una guitarra con patas. Raimundo es de los flamencos más cabales que he conocido. Él es medio hombre, medio guitarra, y yo soy tan bífido como él, medio médico, medio poeta. Aunque en mi juventud me consideraba sólo escritor.

-¿Iba mucho por las Tres Mil?

-Totalmente. A los treinta años yo tenía una melena que me llegaba por aquí. Iba a todas las fiestas a cien kilómetros a la redonda.

-¿De dónde saca la inspiración para las letras?

-Con eso se nace. Escribo muchas letras entre consulta y consulta. Los enfermos me inspiran, una noche de lluvia fui a visitar a uno y se me ocurrió esto, que canta Lole: “Noche de viento y tormenta / acurrúcate conmigo / verás como te calienta”. Son chispas, lo mismo me despierto a medianoche con una letra.

-¿Es lo mismo componer letras para un purista que para Raimundo?

-No. Es la misma la base. Pero no es lo mismo un Velázquez que un Picasso aunque los dos sean maravillosos. También le escribí a Smash, vengo del mundo del rock y estuve en el cogollito, aunque ya me retiré de todo, menos de la poesía.

-Como psiquiatra, ¿cuál es la patología más asociada al flamenco?

-Ninguna, al revés, el flamenco es una catarsis que ayuda a expulsar los demonios y las angustias. Puede haber patología en el flamenco entendido como una fiesta superflua, pero el flamenco es bueno y limpio.

-¿Lo de ser psiquiatra le ha ayudado para trabajar con artistas como Diego Carrasco?

-(Risas) Diego es de los tíos más listos y más graciosos que he conocido en mi vida.

-Pero la locura de los flamencos está por encima de la media, ¿no?

-Sí. Es la locura de la libertad, del arte y de que la vida no puede ser sólo el pan nuestro de cada día, sino un poquito más, el pellizquito. Un día, volviendo de una juerga, me decía Chiquetete: ¡Pero cómo vamos a ser iguales, si ellos van a trabajar y nosotros vamos a acostarnos!

-¿Por qué están las drogas tan presentes en ese mundo?

-El flamenco, en esencia, es un rito que se mantiene en el pueblo. En los ritos, desde antiguo se quemaban hierbas y los asistentes se ponían como cabras viudas. El flamenco siempre ha estado asociado al vino y, hasta el porro, la cosa se pudo llevar. Pero la coca y el jaco se cargan el flamenco, con esa carga de egoísmo y de incomunicación, que no son características flamencas. El jaco se ha llevado generaciones enteras de flamencos. La coca y el jaco son la maldición del flamenco, su plaga apocalíptica. Son drogas que se cargan a los flamencos física y espiritualmente.

-¿Perderá esencia el flamenco cuando pierda marginalidad?

-Ése es el reto de la época que vivimos, si se conservará al entrar en sociedad y convertirse en un medio de vida. Pero es que esta pregunta nada más da para una entrevista entera... Confío mucho en la nueva generación de flamencos, en los que están estudiando, como los Dorantes.

-¿A qué hora acaba una juerga con Moraito, El Capullo y El Torta?

-(Risas) ¡Pues, querido Alfredo, pregúntaselo a los duendes! He visto a un guitarrista caerse al suelo dormido mientras tocaba.

-¿Qué condición se precisa para que los flamencos le abran a uno las puertas?

-Respeto. A mí me ven con cariño y respeto y nos sabemos dar el sitio.

-Escribió una novela sobre los ambientes flamencos de Jerez y no se publicó...

-Gané un premio de medio millón de pesetas de 1989, con Caballero Bonald y Armas Marcelo en el jurado, pero la Diputación de Cádiz, que debió publicarla, gastó el dinero en otra cosa.

-¿Contaba muchos secretos en la novela?

-Sí, hombre, claro, ten en cuenta que trato de pulsar ese mundo y ese arte...

-¿Y se titula?

-“Por bulerías”.

-O sea, que cogió el compás...

-Diego Carrasco me dice que escribo a compás, que le escribo hasta dónde tiene que poner el acento. Hay grandes poetas que no saben escribir canciones, porque hay que ser pueblo para escribirlas.

-¿Se hizo homeópata por desconfiar de lo que le enseñaron en la Facultad de Medicina?

-No. Nunca. Debe haber concordia entre ambas medicinas. Cómo voy a estar yo en contra de la cirugía y de los grandes avances médicos. La medicina convencional está muy bien para las enfermedades agudas, pero para las crónicas que pueden conllevar una intoxicación medicamentosa, para los crónicos, la homeopatía es el sueño de la humanidad. Hoy soy el hombre más feliz del mundo practicándola.

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*Nota del blog
Y la del Nuevo Periodismo Español de Combate