jueves, 9 de diciembre de 2010

El banquete del Nobel

Salón Azul del Nobelbanquete

Ricardo Bada

El Espectador

10 de diciembre. Estocolmo. Palacio Municipal. Sala Azul. Pocas horas antes se han entregado en el Palacio de Bellas Artes de la capital sueca los Premios Nobel de Física, Química, Medicina, Literatura y ¿cómo se llama esa disciplina de la que nadie, nadie, ni siquiera los supuestos especialistas, sabe nada de nada a no ser a posteriori? ¡ah, sí, Economía! Pues bien: tras la ceremonia, el banquete. ¿Y no tendrían ustedes curiosidad por saber lo que van a comer los 1.348 invitados a ese ágape presidido por la pareja felizmente reinante?

(Queridos Patricia y Mario, si me leyeran ustedes por casualidad hoy en pantalla, presten atención a lo que les programen en el cronograma, que incluye el menú, no vaya a ser que éste incluya a su vez especialidades a las que sean alérgicos. Avisen en tal caso, desde ya, al puntilloso protocolo sueco. Pero cerremos el inciso).

He aquí único menú del que tengo registro, el del banquete de 1994, cuando la Academia Sueca se equivocó y le otorgó merecidamente el Nobel de Literatura al gran escritor nipón Kenzaburo Oé, pero estoy convencido de que las variaciones con el menú de 2010 no serán ni tantas ni tan relevantes :

De entrada, una terrina de alcachofas con salmón ahumado y langosta. Como plato principal, pechuga de pichón con unas salsas y unas guarniciones de las de chuparse los dedos, aun cuando claro está que la etiqueta lo prohibe en este caso. Por último, el postre: helado coronado con un penacho de algodón de azúcar del color de la vida en la vieja y bella canción de Edith Piaf, es decir: rosa.

¿Se les hace la boca H2O, estimados lectores? Pues añádanle...

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