José Ramón Márquez
Como estamos en Palma de Mallorca y llega la hora de almorzar, nos vamos a casa de Koldo Royo, que es garantía de comer bien.
Koldo anda liado con su portal afuegolento.com, con sus catering y además con su nuevo restaurante Aquiara frente al muelle de Palma, en la avenida del ingeniero Gabriel Roca, que lo puso en marcha el año pasado.
En este pequeño y acogedor local propone unos menús suculentos a los que él llama de pincho y plato y otros platos de tapeo ejecutados con su solvente técnica, pero sin caer en experimentaciones que no son de recibo en un local como éste.
Para que se entienda la propuesta, nosotros nos decidimos por un marmitako extraordinario y luego, sólo por seguir adelante, pedimos callos, patatas bravas y un ‘pica pica’ de sepia de gran altura, que ya hemos dicho más veces aquí que es en estas preparaciones donde de verdad podemos conocer bien a los cocineros, en recetas populares sin tanto foie ni esos productos exóticos, que vaya usted a saber.
Como estamos en Palma de Mallorca y llega la hora de almorzar, nos vamos a casa de Koldo Royo, que es garantía de comer bien.
Koldo anda liado con su portal afuegolento.com, con sus catering y además con su nuevo restaurante Aquiara frente al muelle de Palma, en la avenida del ingeniero Gabriel Roca, que lo puso en marcha el año pasado.
En este pequeño y acogedor local propone unos menús suculentos a los que él llama de pincho y plato y otros platos de tapeo ejecutados con su solvente técnica, pero sin caer en experimentaciones que no son de recibo en un local como éste.
Para que se entienda la propuesta, nosotros nos decidimos por un marmitako extraordinario y luego, sólo por seguir adelante, pedimos callos, patatas bravas y un ‘pica pica’ de sepia de gran altura, que ya hemos dicho más veces aquí que es en estas preparaciones donde de verdad podemos conocer bien a los cocineros, en recetas populares sin tanto foie ni esos productos exóticos, que vaya usted a saber.
Y es que la técnica de un buen cocinero, como el valor de los soldados de la época de la mili, se da por supuesta, pero la inteligencia va por otro lado. Koldo, con sus estrellas Michelín a cuestas, no quiere y no debe renunciar a su origen profesional en el bar de su familia en San Sebastián, y por ello propone una interpretación de lo esencial traída de la mano de su inteligencia y de su capacidad con el fin de enaltecer lo que viene del mercado, productos que él trata con respeto y devoción. Y ése es el irrenunciable punto de partida que tiñe todo su quilométrico currículo.