domingo, 27 de mayo de 2018

El cuádriceps de Bale


Hughes
Abc

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La Final de Kiev ha dejado muchas imágenes. Cristiano mirando como un boxeador a Salah, Cristiano consolando a Salah, Salah llorando, Carvajal llorando, Karius llorando, Karius solo mientras sus aficionados cantaban el “You’ll Never Walk Alone”, un espontáneo colándose en un contragolpe, un aficionado del Madrid saltando la valla y estampándose contra el suelo como un zombi al anularse un gol… Ha sido un exceso como no podía ser menos entre el Real Madrid y el Liverpool, expertos en finales insólitas. Era como un cruce entre Juego de Tronos y Star Wars. Era hasta previsible.

Pero esta foto es la de la final. La chilena de Bale no es tan “bonita” como la de Cristiano, pero deja este detalle que permanecería oculto sin esa foto. Su pierna izquierda se tensa para alcanzar la pelota y su muslo adopta la forma de un jamón, como si concentrara allí toda la musculatura, como si fuera un muslo inteligente. El cuádriceps de Bale dibuja el inicio de una curva que no guarda proporción con el resto de su cuerpo, sino con alguna otra medida desconocida. Hay algo descompensado, anormal y superdotado. Es un cuádriceps de orangután. Cargar con esos músculos ha de descompensar, han de ser un foco de problemas. Messi es genial pero parece embargado. Cristiano es incansable pero egotista. Y Bale carga con unos músculos que parecen un disfraz de romano, pero ha de pagar por ellos. Los cuádriceps de Roberto Carlos eran evidentes, los llevaba “por fuera”, y recuerdo que una vez Cristiano se señaló el muslo después de marcar. Era como si le hubieran puestos dos glúteos encima de las rodillas.
 
Pero en Bale no estaba tan claro. Sin ser del todo apolíneo, hay esbeltez en él, de modo que su musculatura ha sido muy comentada pero a la vez ha permanecido disimulada en un conjunto armónico. Ha sido como con todo lo demás en Bale. En realidad, nos hemos dedicado a contar sus lesiones. Hay hasta gráficos con ellas.Pero Bale marcó el gol en aquella final de Copa del Rey contra el Barcelona, la carrera con Bartra. Fue en 2014, si no recuerdo mal. Y quizás fue el inicio de lo que vendría después. Romper con jugadas casi circenses, súper heroicas, el ritmo de los partidos. También marcó un gol en Lisboa con un gran salto en el segundo palo que recordaba y quizás mejoraba aquel de Archibald contra la Juve (aquí ya habla la edad). De Lisboa quedó el gol de Ramos, pero estuvo también ese gol suyo.
 
Debajo de la historia triunfal, alocada y cómicamente afortunada del Madrid reciente, como en un segundo nivel de atención, como en un subtexto, ha estado Bale haciendo estas cosas. Con su musculatura de gigante infantil, con cuerpo de jugador de rugby y talante de jugador de golf que hubiera decidido un poco tarde dedicarse al fútbol; negado para el español (o negándose al español) como si a efectos comunicativos Bale fuera mudo, ha ganado personalmente al menos dos Copas de Europa y no ha recibido mucho mérito por ello. Esa capacidad de Bale acortó los espacios al Madrid, posibilitó cosas como las de ayer. Creo que ha sido una de las claves. Le ha acercado dimensiones olímpicas de otro modo prohibidas.

Su chilena de ayer es el gol de Zidane en París de otra manera. Si lo pensamos bien, Zidane empezó a hacer estas cosas como jugador. Su carrera como entrenador ha sido sistematizar su gol, reproducir su gol: esa mezcla insólita de genialidad técnica, iluminación individual y soberana potra. Ese cuádriceps de Bale es la firma del jugador. Hasta el muslo lo tiene tímido y lo disimuló dentro de la acrobacia del gol del año, y permanecería oculto si no fuera por esa foto.