Niña de los Peines
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Al final, lo que la propaganda oficial llama “el 155” no era otra cosa que la vía jerezana al tabarrón catalán.
La vía jerezana no es, desde luego, Inés Arrimadas (“la pija de Jerez”, en la jerga politológica del periodismo global, oponiéndola al “portero de discoteca” –sic– Albiol).
Tampoco esa vía jerezana es un Primo de Rivera, que en Barcelona se alzó el general que decía haberlo aprendido todo en el casino de Jerez.
–Cierto es que se nos ha concedido, como a todos los ciudadanos, la libertad de aplaudir; pero ésta sola, sin alguna expansión para la crítica, no nos sirve a nosotros…–contestaba al golpe José Cuartero, el legendario editorialista de esta Casa–. El coro de lisonjeros y agradadores tiene ya sus voluntarios, algunos de las más extrañas procedencias y del más pintoresco relieve. Ahí, en ese coro, nada tiene que hacer ABC.
Pemán habla de una tía suya, la tía Inés, hermana del dictador, que, al ver al sobrinillo leer, le advertía: “Cuentan que en Trebujena una mocita se murió de la leyenda”. A su hermano, el general, la tía Inés le puso de mote “el loco Patria” (jugando con “El loco Dios” de Echegaray), mientras los prograjos del periodismo madrileño lo tildaban de “señorito aficionado al vino y al cante”, cuando en Jerez había dos abstemios famosos (el general y el marqués de Campo Real) y un antiflamenquista militante, el general, a quien un día acercaron a un tablao del duque de Abrantes (Chacón, Manuel Torres, Niña de los Peines) y salió refunfuñando: “¡Esto es una ordinariez, aquí y en Pompeya!”
La vía jerezana al tabarrón catalán es la que el eximio Fernando Villalón describió para el vino de Jerez:
–El vino de Jerez no lo hace éste ni aquel fabricante; lo hacen los dioses.
Después de todo, con el tabarrón catalán ¿cuál es el esfuerzo del hombre (Mariano, como sus predecesores, no es que sea perezoso; es que le sobra tiempo) en este “dejarlo estar”?
Y quítense ya de la cabeza eso de que los dioses son los hackers rusos.