lunes, 9 de enero de 2017

Los 39 escalones



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Vivimos en un fútbol donde los records caen como bolos. Esto está bien porque permite muchos momentos “históricos”, que es de lo que vive el hombre sin historia. El último récord en caer, el de los 39 partidos sin perder que Zidane le ha birlado a Luis Enrique, que tampoco es Valeri Lobanovski. Lo hizo doblegando al Granada “nazarí” (¡locutores míos!), que es de un chino.

    Los 39 partidos de Zidane son como los 39 escalones de John Buchan, y se necesitaría un Hitchcock para inmortalizarlos. ¡El invicto Zidane!

    Millán Astray pidió una vez a Foxá un adjetivo (cosa que hacen mucho los echadores de discursos) para “Ejército” en una arenga, y Foxá le puso “invicto”:
 
Porque, como se ha pasado la vida peleando medio ejército contra otro medio, nunca ha podido ser vencido.
 
Zidane se explica como un beduino, es decir, que no se explica, y de esta sucesión de éxitos que está viviendo lo único que dice es que lo importante es que “todos están trabajando bien”, que es una cosa que dejó dicho Freud en su “Psicopatología de la vida cotidiana”: no se puede estar seguro de un éxito completo más que cuando todas las fuerzas psíquicas tienden de consuno hacia el fin propuesto.

    –¿Qué es lo que responde el Guillermo Tell, de Schiller, que tanto tiempo ha dudado antes de tirar a la manzana colocada sobre la cabeza de su hijo, cuando el bailío le pregunta para qué ha guardado en el seno otra flecha? “Con esta flecha os hubiera traspasado si con la otra hubiera herido a mi hijo. Y a vos, creedme, no os habría errado".

    Zidane es un hombre que oye voces. Y las escucha. Y, según Freud, hace bien.
 
El romano, dice Freud, que al observar en su camino un vuelo de pájaros, que constituía mal presagio, abandonaba una importante empresa, tenía una relativa razón de hacerlo así, pues obraba conforme a sus principios.

    –Pero cuando abandonaba la empresa por haber tropezado en el umbral de su casa se mostraba muy superior a nosotros los descreídos y mucho mejor psicólogo de lo que nos esforzamos en llegar a ser, pues dicho tropezón debía revelarle la existencia de una duda, de una contracorriente interior cuya fuerza era suficiente para burlar el poder de su propósito consciente en el momento de iniciar su ejecución.
 
El secreto de Zidane ha sido, en resumidas cuentas, conseguir que en el Real Madrid, por primera vez en muchísimos años (¡desde Bernabéu!), todo el mundo se dedique, con los cinco sentidos, al fútbol. Lo demás son accidentes, y ante los accidentes cuenta con su baraka. Un equipo así tiene que ser invencible.

    Una muestra fantástica de esa baraka se vio en la Copa ante el Sevilla, que, siendo un pelele en manos (o en pies) de los jugadores de Zidane, dispuso, sin embargo, de dos o tres ocasiones buenas de gol que desperdició por causas paranormales cuya gramática parda explica muy bien el asesino Bob el Inglés en “Sin perdón” cuando, en el tren, camino de Big Whiskey, en Wyoming, comenta con los paletos lo difícil que se hace, por la majestad que irradia, disparar contra una reina, y lo simple, en cambio, que es disparar contra un presidente.

    Los delanteros llegan a la portería de Zidane y, “cuando van a armar la pierna”, dicho sea con la metáfora predilecta de los actuales locutores deportivos, se nublan de tal manera que fallan el gol. Esto va para largo.



“LA ERECCIÓN DEL PENSAMIENTO”

    Uli Hoeness ha vuelto de la cárcel (por impuestos) a la presidencia del Bayern de Munich, y lo ha hecho con ideas aprendidas en el patio de la penitenciaría: “Los jugadores deben hablar más alemán. El idioma hace la unión, y de otra forma se forman grupitos”. “Aprenda el alemán y póngase a pensar –dijo Ortega y Gasset, que nunca estuvo en la cárcel, a Octavio Paz en el Hôtel du Rhône, de Ginebra, adonde había ido a visitarlo–. Olvide lo demás.” Después, con la mirada puesta en el infinito, el filósofo de lo invertebrado anonadó al poeta con un cohete sanferminero: “Pensar es una erección. Y yo todavía pienso”. ¡Y pensar que este Bayern nos mataba de miedo en el Bernabéu!