domingo, 22 de enero de 2017

De Tenerife al abismo

Martínez Laredo, y su equipazo: Juanito, Gómez, Adzic, Nozal...

Francisco Javier Gómez Izquierdo
   
      Cuando los equipos no carburan, las secretarías técnicas buscan fogoneros en invierno que den calor y alegría a la maquinarias con deficiente puesta a punto. En agosto, al comienzo de la temporada, el amo del Córdoba, en su infinita ignorancia futbolística, creyó que se volvería a ascender clasificados séptimos y sin ganar un partido, como se harta de decir “demostró la historia reciente”. (No se ha visto nunca mayor fortuna en fútbol). Desdeñó fichajes de un cuerpo técnico obediente y sumiso, quiero pensar que obligado a una nómina, y bravuconeaba con ése “¿con quién ha empatado Lanzarote?”, sin ir mas lejos. Hoy hemos llegado al abismo y el amo del Córdoba sigue pensando que somos el Madrid de Segunda.

     El mayor problema de la plantilla cordobesa no es que sea corta, descompensada y falta de calidad, evidencias éstas para las que no hace falta mayores entendederas. El tremendo problema es que el equipo no aguanta  Que el equipo está agotado a la hora. Centrocampistas -uno sobre todo, al que le tiene mucha fe el míster- peligrosamente asfixiados. Un lateral se va mostrando en las derrotas como el desastre táctico que apuntó en La Mancha mientras el otro parece correr torpón y braceando sobre arena de la playa. ¿Qué decir del joven Bijimine y sus despejes de pre-benjamín? Mejor no sigo porque no es cosa de hurgar en una herida que llevamos tiempo avisando del peligro de gangrena, pero ayer, como en los últimos partidos, nos dejaron llegar una o dos veces en la primera parte al área chicharrera y en la segunda nos presionaron con un mínimo de fundamento -ya no hace falta ni agobiar como posesos- hasta entusiasmar a Suso, Cristo y Aarón, otro de los Ñíguez hijos de Boria.  Al Córdoba, mi equipo, lo aguantó Kieszek, el portero polaco. A falta de un cuarto de hora el fútbol hizo justicia y dos hombres frescos, el Choco Lozano y Omar Perdomo, colaron un gol cada uno.
    
Los periodistas de la Segunda dicen, desconozco los argumentos, que el Córdoba es aspirante al ascenso. Un conocedor frío y sin prejuicios sentimentales de las características de nuestros jugadores dirá que los hay muy jóvenes e inexpertos para pelear contra futbolistas de colmillo retorcido, y  los veteranos, en realidad demasiado veteranos, están más pendientes de dónde ir a vivir en el retiro que en arreglar lo que nació roto en agosto.

     Ya puede decir misa el amo del Córdoba, pero la plantilla no es competitiva y con el dinero recaudado en estos años por las teles -un considerable pastón- el amo del Córdoba fichó, él y no la secretaría técnica, cuatro muchachitos por cuatro perras a los que sacar el rendimiento y los euros que sacó por Florín Andone, el delantero más valiente que golea en Primera. Aún me sigo preguntando,  en atención al demostrado carácter miserable, cómo el amo del Córdoba repite de continuo que  “somos el Madrid de Segunda”. ¿Por qué cada vez que dice semejante tontada me vendrá siempre a la cabeza el señor Martínez Laredo? No. No se parecen. Con don Antonio, al menos, en Burgos hacíamos sombra al Madrid y al Barça, y en los fichajes, nunca se metía. En las cosas del dinero, sí tienen su parecido, si. ¿Por cuánto se vendió Juanito y dónde acabaron las pesetas?