sábado, 31 de enero de 2015

Los muertos y las muertas. Francisco Rabal


FRANCISCO RABAL
1926-2001

Francisco Rabal Valera, el que gritaba “¡Milana bonita!” en Los Santos Inocentes, murió, como Goya, en el cielo de Burdeos. “En el avión rechazó el oxígeno –declaró su viuda–. Comenzó a ponerse muy blanco y tuvimos que aterrizar en Burdeos. Ya estaba muerto.” Tantas almas llevó metidas dentro del alma, dándoles vida y semblante, ademanes y palabras, que su muerte, escribió Campmany, era muerte multiplicada, “que se nos fue por el aire el Sacha Guitry de España”. Sus últimas coplillas fueron para Pepe, el perro de Saramago: “El perro de Saramago / que tienen en Lanzarote / tiene un nombre, que no mote.” Rafael Gil lo encontró de electricista: “He encontrado una gran cara que dará mucho que hablar en el cine español.” Pero antes lo había descubierto Dámaso Alonso, vecino de su abuela: “Tú puedes ser actor. Eres alto.” Y bien bonita que era la milana.

IGNACIO RUIZ QUINTANO
(Del libro Serán ceniza, mas tendrá sentido / Ediciones Luca de Tena, 2006)