Escribo este post desde la redacción del periódico El Mundo. Literalmente, un sueño cumplido. La redacción es silenciosa, pulcra, moderna, y está llena de personas acogedoras, divertidas, con un colmillo retorcido que echaba mucho de menos. En la hora de la felicidad completa, es de justicia recordar a las personas que me han ayudado a llegar hasta aquí. Mi primera gratitud es para Casimiro, a quien espero a convencer de la bondad de su decisión. Citaré después a algunos mayores míos en el noble estamento de la columna que han sido muy generosos conmigo: David Gistau,Rubén Amón, el propio Jabois en cuyo ordenador me siento, Salvador Sostres, Arcadi Espada; y a amigos de periódicos de la competencia como Ignacio Ruiz Quintano y Hughes. A todos debo algo que no sé si podré pagar.