Antes de llegar a la ciudad tenía miedo al frío castellano. A Teresa de Jesús no se lo pusieron fácil en Burgos, donde tenía intención de fundar un último convento. El obispo de la diócesis no quería que se abriera otro y la santa tuvo que pelear con las autoridades eclesiásticas y utilizar la influencia de sus amistades para conseguirlo. Lo hizo en abril de 1582, cuando Teresa de Ávila tenía ya 67 años y su salud empezaba a debilitarse. Pero eso no la detuvo. Para hacer efectivo su sueño tuvo que permanecer en Burgos seis meses, del 26 de enero al 26 de julio. La santa moriría apenas dos meses después en la localidad salmantina de Alba de Tormes.