El valor del arrepentimiento
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Esto de las huelgas de hambre de los presos enseña más de lo que parece. Si admitimos que quitarse de comer es decisión que se toma para combatir un injusto, lo correcto sería que personas expertas y responsables explicaran la poca o mucha razón del sujeto que decide dejarse morir para defender un supuesto derecho pisoteado, pero resulta que cuando un preso etarra echa mano del hambre para mostrar su martirio, en realidad cree estar amenazando al Estado y esta fe le transforma en héroe... y en vez de leerse los códigos o preguntar a un juez que sepa, el periodismo se echa a sermonear con esa insensata costumbre de acomodar las leyes a su necedad. ¡Qué nefasta herencia la del juez Garzón!
Como talibán del Estado de Derecho, entiendo que un preso en fase terminal de su enfermedad pueda ser excarcelado por motivos humanitarios. Es trámite que tiene unos requisitos lógicos y sobre todo “legales”en los que han de prevalecer los informes médicos penitenciarios, su comportamiento en prisión e imagino que la discreción de la familia.
Josu Uribetxeberría, al parecer, tiene cáncer. Y como tiene cáncer, las fuerzas de progreso estiman que sobra la ley, ignorando la verdad científica de que el cáncer puede curarse. Las fuerzas de progreso convierten en un santiamén al cáncer en un salvoconducto para delinquir.
-Ha robado y ha matado, pero ¡pobrecito!, tiene cáncer.
El Derecho no permite excarcelar a nadie por cáncer. Y mucho menos por huelga de hambre. El Derecho habla de enfermedad incurable en fase terminal... y esto de la fase terminal tiene su miga, pues son muchos los delincuentes -tiempos de “la abuja” y su heroína- que tuvieron que pasar tribunales médicos y cumplir más de dos o tres cuartas partes de la pena impuesta para acceder a una libertad condicional, que se llama condicional por someterse a condiciones. Ninguna tiene que ver con exigencias del reo... y mucho menos de vecinos y amigos delincuentes.
Que los etarras escupan sapos hacia el Gobierno de España por su inhumanidad no nos debe sorprender. Es más, se habría de tener como un honor. Lo que nos ha de preocupar es el injustificado y necio buenismo de tanto charlatán de progreso, más sensibilizado contra la quimioterapia que contra el tiro en la nuca.
No se asusten, pero tengo leído que de aquí a cincuenta años una de cada tres personas desarrollará algún tipo de cáncer. La cárcel, el único establecimiento en el que cada día crece la clientela, tendrá que plantearse entonces si admitir a los infectados.
Como talibán del Estado de Derecho, entiendo que un preso en fase terminal de su enfermedad pueda ser excarcelado por motivos humanitarios. Es trámite que tiene unos requisitos lógicos y sobre todo “legales”en los que han de prevalecer los informes médicos penitenciarios, su comportamiento en prisión e imagino que la discreción de la familia.
Josu Uribetxeberría, al parecer, tiene cáncer. Y como tiene cáncer, las fuerzas de progreso estiman que sobra la ley, ignorando la verdad científica de que el cáncer puede curarse. Las fuerzas de progreso convierten en un santiamén al cáncer en un salvoconducto para delinquir.
-Ha robado y ha matado, pero ¡pobrecito!, tiene cáncer.
El Derecho no permite excarcelar a nadie por cáncer. Y mucho menos por huelga de hambre. El Derecho habla de enfermedad incurable en fase terminal... y esto de la fase terminal tiene su miga, pues son muchos los delincuentes -tiempos de “la abuja” y su heroína- que tuvieron que pasar tribunales médicos y cumplir más de dos o tres cuartas partes de la pena impuesta para acceder a una libertad condicional, que se llama condicional por someterse a condiciones. Ninguna tiene que ver con exigencias del reo... y mucho menos de vecinos y amigos delincuentes.
Que los etarras escupan sapos hacia el Gobierno de España por su inhumanidad no nos debe sorprender. Es más, se habría de tener como un honor. Lo que nos ha de preocupar es el injustificado y necio buenismo de tanto charlatán de progreso, más sensibilizado contra la quimioterapia que contra el tiro en la nuca.
No se asusten, pero tengo leído que de aquí a cincuenta años una de cada tres personas desarrollará algún tipo de cáncer. La cárcel, el único establecimiento en el que cada día crece la clientela, tendrá que plantearse entonces si admitir a los infectados.
-Y para entonces.... ¿sentenciarán los jueces, los políticos o los periodistas?