jueves, 19 de julio de 2012

Los Trueba, el pintor y su modelo



José Ramón Márquez

Puede decirse que en España la caterva cinematográfica más nutrida, con líneas, encastes, matrimonios y derivaciones, que ahí está para que algún día venga a estudiarla algún experto, gran tema para hacer su tesis, son los Trueba. Para hacernos una idea, vendrían a ser la versión moderna y urbana de aquella familia de Albacete cuyo abuelo halló en una de sus fincas un santuario ibérico, que lo fueron sacando al mercado por piezas durante dos generaciones hasta que no quedó dentro nada de valor. Aquí, lo mismo, pero a base de subvenciones y de peliculillas, de manifiestos apoyando siempre lo que se debe, de adhesiones inquebrantables y demás parafernalia de quienes aspiran a vivir del presupuesto: llevan ya dos generaciones erre que erre con las películas. Así, la familia CIFESA de la subvención lleva echando filmes a prácticamente nadie, pagados como oro molido con ese mitológico dinero que ni huele ni ‘es de nadie’.

Ahora, en plena tormenta, el patriarca da al mundo su última obra, y el pequeño ofrece su plañidera sobre el aumento del IVA, que dice que eso acabará con el cinematógrafo, como si ellos no tuviesen responsabilidad alguna en que nadie vaya a las salas.

Por su parte, el patriarca ha creado un filme que se llama ‘El pintor y la modelo’, así a las bravas, estilo Picasso, y debo ir muy poco descaminado si me malicio que el asunto va de poner en porretas a la modelo, porque ya se sabe que no hay película española que se precie, y especialmente si su ‘autor’ se ha dedicado a despotricar y a largar del ‘destape’,  en la que no salga una o varias señoritas en cueros. 
Aranda, Bigas, Trueba’s, Medem... ¡qué más da!, tías macizas en bolas a porrillo. Aunque la película sea ‘Dialogos de Carmelitas’ o la versión progre de ‘Raza’, estos siempre encuentran la forma de poner a unas puris en porreta caiga quien caiga, por exigencias del guión. Es una seña diferencial de la hispánica cinematografía posterior al 75.

La otra, y ahí queríamos llegar, es que asome el franquismo su patita de cualquier manera que se pueda, que a estos les das el guión de ‘La guerra de las galaxias’ y a Darth Vader lo transforman en el General Moscardó y a la Princesa Leia en la sobrina de La Pasionaria o vaya usted a saber. Por ello es previsible, por lo exageradamente previsible que es el cine español, que el Trueba Godfather no se haya privado de que el pintor, la modelo o acaso ambos sean unos represaliados de la dictadura, luchadores por la libertad y, especialmente la modelo, espejo de señoras liberadas y amante del naturismo.
 
Muy cerca de Meco hay un contenedor donde van recalando de manera inexorable todas esas señoras estupendas sin ropa, todos los esfuerzos de celuloide por denunciar el franquismo posteriores al 75, todos los dineros ‘de nadie’, todo ese cine español que, a decir de Antonio Olano, es tan innecesario como los toreros norteamericanos. Allí, pronto, estarán el pintor y su modelo.

Vertedero fílmico en Meco