viernes, 22 de octubre de 2010

Ay, Madrid


José Ramón Márquez

Living by numbers
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Números cantan, dirán ellos. Inapelable veredicto de los números que nos anuncia que este año July se ha llevado sesenta orejas de las plazas de segunda, cincuenta orejas de las plazas de primera, cinco orejas de Sevilla y ninguna de Madrid. Ciento quince aurículas en total, que han pasado a sus manos, y eso sin contar los innumerables robos de que ha sido objeto y que la prensa independiente no ha cesado de señalar, que con las orejas de los robos nos podíamos haber puesto sin más ni más en ciento cincuenta pestorejos, sólo con haber tenido en los palcos a presidentes más sensibles y mejor educados, según parece.

¿Y de qué sirve esa avalancha de orejas, salvo para avalar la opinión de sus partidarios de que ha sido ‘el triunfador de la temporada’, del Mortirolo taurino sin Maglia Rosa? ¿Qué mide esa avalancha de orejas sin ton ni son, salvo el hecho de ofrecer la certeza de que las ha cortado, para los que conocemos al dedillo su estilo y su forma de torear? ¿Acaso esa montaña de orejas nos puede obnubilar las entendederas como para no tener siempre presente que July no ha visto lo que se dice un toro en toda la temporada?

A ese número de July 2010, uno-uno-cinco, ciento quince, yo le opongo otro mas elemental, el seis, el primero de los números perfectos, que representa los seis toros que mató en Madrid y las seis puñaladas traperas que les pegó a los seis cornúpetas, los seis navajazos a la carrera y huyendo que perpetró en sus tres comparecencias en Las Ventas. Porque ya ofende que un tío al que se le llama matador de toros y se le tilda de ‘triunfador de la temporada’ sea incapaz de meter el estoque a un toro, al que acaba de tundir a trapazos de forma inmisericorde, con arreglo a las normas del arte. Y no huye de un leviatán, sino de un pobre bicho, normalmente en estado terminal desde que pisó el ruedo, al que tan sólo hay que ayudar piadosamente al tránsito, aliviarle del doloroso peso de la vida o, como decían los antiguos revisteros refiriéndose a los pencos, despenarlo. Y eso se hace en corto, por derecho y marcando los tiempos, no a saltos y echándose fuera.




15 de Mayo
San Isidro



25 de Mayo
La Prensa