viernes, 29 de octubre de 2010

Mad Max a lo San Blas

José Ramón Márquez

Ahora ya empiezan a salir los famosos resúmenes de la temporada. En un periódico sacan una lista de orejas y resulta que el más orejero de España es El Fandi, que se ha llevado el tío ciento noventa y dos orejas y diez rabos, ni más ni menos; en total ciento dos apéndices, como decía Fernández Román. Y eso se lo ha hecho el granadino con la prensa enfrente, con que si es un basto, con que si es un hortera, con que si parece que se acaba de bajar del caballo, con la carita de suficiencia que pone todo el mundo cuando habla de él, para denostarle.

A continuación viene el Niño Eterno, que ese se lleva ciento cuarenta y siete orejas y dos rabitos, porque la información no contabiliza los robos de que ha sido objeto y que gracias a la prensa libre e independiente conocemos al dedillo, así como a todos los malandrines de presidentes y de públicos desagradecidos que no se doblegaron ante el empuje de este Mad Max del toreo.

¿Y cómo es que ahora aparece aquí el hecho fílmico? Pues el filme viene para que se vea que esto de los toros es puritita culturita, que aquí Mad Max no viene porque sí, que viene a cuento porque a uno por ahí le ha dado por decir que el July se ha quedado solo en la Cúpula del Trueno, que es donde metieron a Mad Max en su tercera película, que le dieron más palos que a una estera.

Niño Eterno 1

No sé si en Cahiers du Cinèma tomaron la famosa serie de películas de Mad Max para alguno de sus análisis en clave de explicación de conflictos psicopolíticos, representados, acaso, por el uso del travelling como metáfora de la penetración, como le oí decir una vez a Julio Pérez Perucha a propósito de La Diligencia, creo que era; aunque más bien estoy por asegurar que esta serie de filmes no mereció la atención de los eruditos del discurso cinematográfico, vulgo película, porque este discurso era más como de barrio y sesión doble y no salían ni yonquis ni antifranquistas, que era lo que en la época más excitaba a los del discurso y la penetración del travelling.

En esta afamada cinta titulada Mad Max más allá de la cúpula del trueno, tercera de la serie del expolicía post-apocalíptico, la cúpula a la que hace referencia el título se encuentra en un sitio llamado Bartertown, que en español lo tradujeron por Negociudad, aunque yo creo que lo exacto sería Villatrueque, lo cual nos ofrece una imagen muy certera para darnos a la perfección la pauta de por dónde asoma aquí la patita de la tal cúpula, porque el trueque que se han montado algunos alrededor del patigordo de Velilla no es manco.

En la película de marras, la energía que se obtenía para hacer funcionar esa Negociudad o Villatrueque procedía de las heces de los cerdos, lo cual compone una delicada metáfora juliana, especialmente si esto lo ponemos en relación con las características del ganado en el que el buen Julián y su círculo íntimo han confiado en este año glorioso de su cúspide taurómaca, para ir lidiando por esas plazas de Dios.

Si nos pusiésemos a tirar del hilo del filme en plan Cineclub setentero, no nos costaría apenas esfuerzo encontrar entre los diversos personajes de la película a sus equivalentes en toda la patulea pre-apocalíptica de este turbio momento del toreo que nos ha tocado vivir, porque ahí están retratados nítidamente July como Pigkiller, José Luis Lozano en el papel del Colector Frank Thring, Don Julián y su escudero Domínguez como Master-Blaster, Manolo el Presidente como Ironbar, Tina Turner en el papel de la Marquesa… y, por estar, allí estamos hasta los sufridos aficionados, la tribu de niños perdidos que necesitan a alguien que les ayude a llegar al mundo de “Tomorrow-morrow-land”, ese mundo ideal en cuyas dehesas pastan los toritos fieros y encastados.


Niño Eterno 2
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Ya se va notando que con esto de la cultura el hablar de toros cada vez se está poniendo más difícil, porque en Interior todo lo anterior lo habríamos dejado reducido a señalar que lo que en verdad retumba en el Julydrome no es un trueno, sino un enorme y rugiente regüeldo con aroma a chorizo.