Ignacio Ruiz Quintano
Abc
A Feijóo le dijeron “mira al pajarito”, y el pajarito (se malicia Hughes) era una gaviota que le calafateó el omóplato.
Después del contratiempo de Feijóo, ¿cómo burlarnos del venezolano Maduro cuando dice que Chávez se le apareció en forma de pajarito chiquitico?
Bien mirado, América se anunció como el nuevo mundo con una frase poética que a Cabrera Infante le parecía del Génesis:
–Toda la noche oyeron pasar pájaros.
Oyes a Maduro llamar pajarito chiquitico a Chávez y te imaginas frito al comandante, si no fuera por la mala prensa (pienso en Rosa Montero) que tienen los pajaritos fritos.
–¿Quién no ha conocido a alguna de esas señoras que, con un canario en la jaula, una perdiz en el estómago y dos o tres plumas de pavo real en el sombrero se horrorizan al vernos comer un gorrión?
Como buen paisano de izquierdas, Maduro es una de esas señoras que ya hacían gracia a Camba, el gallego que amaba al pájaro en la selva tanto como en el lebrillo.
Y ya le gustaría a uno ser Maduro, claro, con su jaula, su estómago y su sombrero, pero, ante ese imposible, mi sueño de millonario es dormir la siesta arrullado por una fuente y un canario.
A falta de surtidor y pajarito, tiro de cisterna de baño y de documental de National Geographic, donde me arrullan los animales más salvajes, que posan ante la cámara con collares electrónicos y antenas parabólicas, como García cuando cubría la Vuelta a España.
¿Serán estos los derechos que en las “Partidas” se reconocen a las animalias?
Me dicen que sacar la lengua va a ser caso de machismo, y pienso en las corbatas coloradas de Victorino Martín, el ganadero, que lo hacían parecer un pachón con la lengua fuera.
Oyendo pasar pájaros llevamos toda la crisis.
¿Quién nos embarcaría en esto?
–Carabelas de Colón, todavía estáis a tiempo… –cantaba Chicho, con versos de García Calvo–. Atrás, a contratiempo.
Que el mundo que vais a hacer… más os valiera no verlo.