lunes, 26 de noviembre de 2018

Más de un tercio de Liga en descenso alarmante

Fran Rivera. Juvenil. De Barbate


Francisco Javier Gómez Izquierdo

      Esta temporada se me hace un poco extraña. Extraña porque me pierdo partidos que nunca antes me había perdido, y lo que puede ser más preocupante, o más gratificante, ¡vaya usted a saber!, no me incomoda lo más mínimo. El fin de semana lo he dedicado a menesteres nada urgentes que me han apartado “del tele” y me he conformado con ver los goles de Segunda y de Primera  la noche del domingo. Bueno, confieso que el Atleti-Barça lo vi en El Sitio de Gabri en Barbate, pero sin que la poca gente que salió a la calle esa noche prestara atención a la pantalla. Barbate es mayormente del Madrid y el mismo Gabri tiene un sobrino en el juvenil blanco, Rivera, del que se espera rompa en figura.
      
La derrota del Córdoba en Lugo se explica como se explican casi todas las de la temporada. Horrorosos despistes defensivos que no se ven ni en cadetes y ¡hala! a casa sin puntuar. ¿Pues no se le ocurre otra cosa a Vallejo, posiblemente el más alto de la plantilla, que probarse en el balón volea e intentar una dejada ¡con la mano! en área propia? Penalty y gol. 1-0. Son acciones increíbles. Momentos futbolísticos que se ven a veces en infantiles y que te hacen sonreír por la primaria reacción del gorrioncillo, pero que te desesperan cuando los repite uno de los tuyos con puntos de por medio. A los dos minutos de la gansada de Vallejo, fallo del portero Carlos Abad y 2-0. A partir de ahí tocó remar. Actitud, pundonor, buenas sensaciones, dice optimista Curro Torres, el nuevo entrenador, que imagino sabrá dónde se ha metido. Creo que nunca se debió prescindir de Sandoval, pero la directiva no lo ha creído así y añade dineros que echará de menos en diciembre para fichar necesidades, si es que se nos permite fichar.
     
El Lugo es nuestro último verdugo. Nos despachó con 2-1, pero es equipo que sufrirá como nosotros. Sobrepasado un tercio de la liga va quedando claro que los dos puestos de ascenso lo disputarán los andaluces Málaga y Granada, además del Deportivo, para mí las tres mejores plantillas con los tres mejores estrategas de Segunda. Todos los años salta una sorpresa -Huesca, Leganés, Gerona- y en éste parece que se pone farruco el Alcorcón, equipo que lleva salvándose por los pelos en las últimas temporadas. No me cabe en la cabeza un Alcorcón de Primera. Ya, ya... tampoco veíamos al Leicester campeón de Liga. Creo que Las Palmas, Oviedo, Osasuna y ¿Cádiz con su demoledor contraataque ? van a estar arriba hasta el final. Dos o tres no pasarán frío ni calor -Numancia, Spórting, Albacete ¡andan finos los manchegos!- y el resto a buscar cuanto antes los 50 puntos. Nosotros, penúltimos, tenemos 11  que por 3 da 33. A penurias sólo nos gana lo que ha quedado de la Tarraconense romana -¡Ah, de los augustos tiempos ¿que se hicieron?!-: el Gimnástico y el Reus y quizás nos iguala el Elche de mi paisano Pacheta, al que ni ganándole el sábado que viene lo pasamos. En perpetua zozobra andará este Lugo que nos ganó el sábado con una defensa que fue nuestra hace cuatro años cuando subimos a Primera con el buen portero Juan Carlos; Campadabal, campeón de todo en los juveniles; Bernardo Cruz, central de reconocido cordobesismo; Guille Donoso que sigue siendo tan intermitente como en El Arcángel. El Lugo se ha ido recauchutando con elementos acordes a su economía: el mejor Azeez, un pulmón africano que soltó el Almería, Iriome, canario que parece asentarse, Campillo, que este año no nos ha marcado; el ex-burgalesista Seoane y arriba dos delanteros que pueden bastar para la salvación; Sergio Gil y Christián Herrera, otro de esos canarios que reparten incertidumbres.
      
Rayo Majadahonda y Extremadura, en teoría estarán braceando para no ahogarse en un grupo de nadadores que han mostrado torpeza de agosto para acá y en el que sobresale por lo insólito el Zaragoza,que estuvo a punto de subir el año pasado... y el Tenerife, al que ha llegado Oltra para ganar tres puntos por gol.
      
Veremos a quién le salen las cuentas más cuadradas.