Julio Feo, el hombre que manda más que los ministros
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Como la verdad no se puede contar, la propaganda pone en circulación el nombre de Iván Redondo, “el genio” que habría llevado (desde luego, los votantes no han sido) a Sánchez a La Moncloa, de cuyo “genius loci” surgieron Feo con González y Barroso con Zapatero.
Feo, Barroso y Redondo, más el “telurista” coronel Baños al aparato (Seguridad del Estado) del profesor Jiménez del Oso.
González y Zapatero pasan por líderes de izquierda porque, según la regla gramsciana, elevaron su posición económica en igual medida que lo hicieron sus seguidores más débiles, Feo y Barroso.
Sánchez, de momento, sólo es audacia, cantada por el diario gubernamental como Gómara no alcanzó a cantar la de Cortés. Y el Blas Botello de Sánchez es… Redondo, en cuyos textos no busque nadie una idea política porque antes hallaría una mención a Santayana en las obras completas de Ortega.
Botello fue el astrólogo a quien consultó Cortés para decidir la mejor fecha de huida de Tenochtitlán; eligió la del 30 de junio, aquella Noche Triste en que Cortés se salvó por el pelo… y el astrólogo murió.
Claro que Redondo habla más y expone menos que Botello. Es un vendedor de alfalfa socialdemócrata (ya Zaratustra dijo que los valores supremos que produjeron el viejo continente sólo son un híbrido de planta y espectro), otro vocinglero del Estado de partidos, su mercado. En los 90 visitaban los periódicos cacareando sus remedios milagrosos, y quienes les hicieron caso, cerraron, pues sus éxitos sólo son asumibles por la partidocracia, donde la charlatanería sustituye a la acción. Hoy les basta con formular de forma fluida hipótesis agradables a nuestra psicología colectiva de sociedad lanar que llena los vacíos con un palabreo que ya cansaba… ¡a Unamuno!:
–España se caracteriza por el epitetismo palabrero. Todo es ridículo porque se parte del absurdo que importando de Francia unos principios de derecho constitucional se consolida una nacionalidad que está por hacer.
Epitetismo y telurismo, sanchismo redondo.