jueves, 9 de julio de 2015

La pintada



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Entre el “Faisán” y la pintada, vamos cogiendo el aire a la volatería etarra, en que los jueces son los “gourmands” que por la textura de un muslo saben de qué lado dormía el faisán y por el pulso del trazo infieren la ideología de una pintada.

Estamos orgullosos de vuestra lucha, viva vosotros, el pueblo está con vosotros –escribió un grafitero en una tapia de Lesaca, Navarra, junto al hacha y la sierpe.

Un juez de la Audiencia Nacional (tribunal especial de la democracia a la española) niega “enaltecimiento del terrorismo”, no por la sintaxis, que podría competir con la de Pedraz, sino porque “la pintada no está acabada”, el “pueblo es pequeño” y “la calle no es céntrica”.

El “sketch” no se les ocurrió a los Python con el centurión que pilló a Brian pintando “Romans, go home” en la muralla de Jerusalén.

¿Cómo sabemos que el grafitero no iba a añadir que los etarras “tenían que pedir perdón a las víctimas”? –añade este Emilio Betti de la hermenéutica hispánica.

Para la etnografía posmoderna las formas de arte “primitivas” (Altamira, Lesaca) sólo pretenden atraer hacia la domesticidad los animales (bisontes, etarras) de “la gran oscuridad del mundo exterior”, y en España todos somos etnógrafos antes que jueces.

¿Qué me dicen del rey babilonio Baltasar, en las paredes de cuyo palacio una mano (“la mano de Dios”, se dijo hasta la del gol de Maradona a Inglaterra en el Mundial de Méjico) escribía palabras tan misteriosas como las del grafitero de Lesaca para este juez de la Audiencia Nacional?

Aunque el grafitero hubiera ya escrito unos textos con significado –razona el juez–, lo cierto es que todavía estaba en el curso de la acción cuando fue sorprendido.
No conozco a ese hombre, pero me parece otra víctima generacional de aquel profesorado idiota que disimulaba su idiotez aturullándonos en la Complutense con la gramática generativa de Chomsky y la brasa deconstructivista de Derrida.
La socialdemocracia ha hecho el resto.