Boateng
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Si yo fuera Ana Botella, que no deja de ser una señora de Valladolid, tampoco sabría qué abrazar mañana, si el carlettismo con gabán del Madrid o el cholismo (rama barrial del mourinhismo) con trescuartos del Atleti.
Otra cosa es que, para recibir al Madrid, Diego Costa hubiera tenido el valor de retratarse (como Boateng, el del Schalke 06) en el vestuario con una birra y un cigarro, los dos medios, hoy, más seguros de “épater la bourgeoisie”: el sano pueblo madrileño se habría echado a la calle exigiendo la cabeza del pervertidor de la juventud.
Después de todo, Madrid es la capital de ese “moonwalk” municipal (inventado por Gallardón y perfeccionado por Botella) que tanta gracia hace a los turistas cuando ven a los madrileños bailando en el quicio de las cafeterías para poder dar una chupada al cigarro fuera y dar una chupada a la birra dentro, como exigen las ordenanzas bajo multas que espantarían a Bolinaga, por nombrar a un “euskokiller” marchoso.
Quiero decir que sólo una afrenta gravísima (fumar bajo techo o beber en la calle) al tótem del Pueblo por parte de un chico malo del Atleti (el Madrid ya no lo tiene: a Pepe lo indultó Casillas por unas lentejillas) podría calentar un derbi cuyo único aliciente es sentimental: el adiós al Manzanares, ya que la Comunidad de González prepara para Cerezo el estadio de La Peineta en la nueva avenida de Luis Aragonés (que tan bien las hacía), regalo del Ayuntamiento de Botella.
El darwinismo, como querían los krausistas, ha ganado, y el pez grande se come al chico en el fútbol con la misma naturalidad que en los demás negocios de la vida: la economía con las hipotecas del Banco, la guerra con los drones de Obama o la tauromaquia con los pingüis de los Artistas, que cada tarde se comen un par de mascotas.
En toda la Copa, el Atlético tiró dos veces a gol: la del Bernabéu la paró Modric, y la del Manzanares, el poste. Pero en el cholismo hay fe y una buena Grada Joven.