Mañana de Año Nuevo
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Si las cuentas de la política fueran correctas, el 14 sería el año de la quiniela para los pobres españoles.
En el 14, todos Gabino.
Gabino fue un labriego de Valladolid que dio nombre al 68 español con una quiniela de 14 hecha con dados que le valió una fortuna de treinta millones de pesetas.
A Gabino lo inmortalizaría Alfredo Landa en una película de Ozores, “Jenaro el de los 14”, y desde entonces el 14 lo llevan los españoles entre ceja y ceja como los toros de Miura llevan en el lomo la A con dos asas.
Tenemos la superstición del 14.
Y con esa superstición juegan los separatistas catalanes, que prometen la independencia de su terruño, y el gobierno de Madrid, que promete la recuperación siquiera de nuestra economía de bolsillo, sin lo cual no hay trasnoche que valga.
La Nochevieja es la socialdemocracia del trasnoche, ese trasnochar “público y gratuito” del que toda la vida huyeron los liberales del trasnoche, o trasnochadores de todo el año, menos de Nochevieja.
Si Leopoldo Calvo-Sotelo pudo decir que la única noche que pasó fuera de casa fue la del 23-F, uno casi podría decir que la única noche que pasa en casa es la de Nochevieja, aun a costa de perderme cotillones como los promocionados en Morata de Tajuña, a base de “cochinillo confitado con toque de haba tonka” o “steed con indi, lemmongrass y adorno floral”, evoluciones culinarias que indican que algunos no se han estado aquí quietos cuando la crisis.
El siglo, en fin, cumple 14 años y se hace mayor de edad por imperativos electorales, pues Mariano no cuenta con los dos años que pedía Capuleto para que el mundo pudiera ver a su Julieta en sazón.
–Mi niña es todavía una extraña en el mundo. Aún no ha cumplido 14 años. Dejad que otros dos estíos se extingan en su esplendor antes de que podamos juzgarla en sazón para desposarla.
La verdad es que para una novia 14 años siguen siendo muy pocos, pero para un siglo empiezan a ser demasiados.