Hughes
Abc
La 2 dedicó «Pienso, luego existo» a Beatriz Preciado, una filósofa burgalesa de delicioso afrancesamiento y asombroso parecido con K. D. Lang. Teórica queer y transgénero, racionaliza lo que sentimos cuando vemos a Falete, esa intuición de que Hombre y Mujer puedan ser solo dos formas de simplificar el acceso al cuarto de baño en los restaurantes. Beatriz toma testosterona como una lanzadora de jabalina de la Alemania del Este y luce a veces un bigotito falso que es el mejor bigote español desde Dalí. Frente al mostacho de El bigotes, el auténtico bigote es el bigote teorizado de Preciado, que no habla de hombres y mujeres, sino de biotíos y biotías, como un castizo hablaría de biotitis, seres que viven en una construcción identitaria biopolítica que ella entronca con la represión colonial.
La identidad sexual como un continuo, la capacidad libertaria de no ser hombre, ni mujer, ni trans. Esto es lo que defiende Preciado y con todo lo radical que pueda sonar, parece más pertinente que la matraca identitaria de los nacionalismos de todo tipo, porque España ha empleado un caudal de energías y consensos enorme para garantizar las más absurdas variedades identitarias. A que lo local, comarcal, provincial, mancomunado, autonómico, nacional, pseudonacional y europeo tuvieran refrendo y expresión sentimental. A liberar el folclore antes que el eros. Tanto, que empezó a ser higiene cívica reclamar la posibilidad de no ser nada más que ciudadano.
España, que Preciado definió genialmente como «gallifante de Suecia y Turquía», tiene una constitución territorialmente barroca, pero en cuestiones de identidad personal avanzó más lenta. Y la izquierda española en vez de cogerse de la mano de Preciado, que sería lo suyo, se agarró de la cortinilla de Anasagasti, por poner un ejemplo de nacionalista.
Ahora escuchamos a la izquierda un feminismo liberal de absurda dominación femenina y una política de cuadriculada identidad gay (¡todo desembocando en el matrimonio!), cuando esta biomujer de filiforme androginia y enorme sentido del humor ya nos habla de la libre producción de identidad, de la síntesis dialéctica tras el hombre/mujer.
Ahora escuchamos a la izquierda un feminismo liberal de absurda dominación femenina y una política de cuadriculada identidad gay (¡todo desembocando en el matrimonio!), cuando esta biomujer de filiforme androginia y enorme sentido del humor ya nos habla de la libre producción de identidad, de la síntesis dialéctica tras el hombre/mujer.