viernes, 13 de julio de 2012

Retaceos

Mishima

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Si en vez de a un Solbes de Pinoso, Alicante, Zetapé hubiera hecho ministro a un Castiñeiras de Santiago, La Coruña, Mariano tendría hoy un colchón, un calcetín, una baldosa con suelto para sufragio de las ánimas y socorro de los vivos, como dijo el padre Piquer al depositar su real de plata en la cajita fundacional del Monte de Piedad, hoy Bankia.

    Solbes se hizo el tuerto en TV y le ganó a Pizarro, que hacía de Casandra de Teruel, aquel debate electoral sobre el buenismo socialdemócrata, y los mismos que celebraron la “victoria” amenazan con suicidarse a lo Mishima porque ya no pueden vivir en un país donde la idea de patria no representa nada.
    
¡Ah, el retaceo de soberanía!, que dice Cristina Kirchner, esa Rosa Díez pasada por el piyama de Bielsa y la pizarra de Cappa y que sólo sabe de España, confiesa, por lo que lee en el periódico global en español, que ahora, con motivo del retaceo de soberanía que conlleva el retaceo de bolsillos, llama churchillismo al marianismo.
    
Churchill, desde luego, es de los personajes que Jean Cau admiraba como poseedores de “dimensión”, frente a la inania sonriente de los “pequeños gestores”:

    –¡Miradles! Mirad los horribles hocicos blandos siempre sonrientes (“keep smiling!”) de nuestros políticos. En sus ojos brilla la luz mortecina de la sumisión al número, a la masa. ¿Dónde están los rostros ejemplares, las voces severas y ejemplares?
    
Mas lo contrario de sonreír (Zapatero) tampoco es llorar (Elsa Fornero), como creen la masa socialdemócrata del “Sálvame” y ese periodismo de autor que quería ver a Rajoy facturándonos el nuevo IVA llorando por España como lloraba Cocteau, físicamente, por nuestra civilización.
    
Aquí aún no hemos entrado en la agonía.