Abc Cultural
Nicolás Gómez Dávila dijo que nuestra única esperanza está en la injusticia de Dios, y esto vale también para ese bosón de Higgs que lelamente llaman la partícula de Dios.
–Y ahora, devolvedme mi bosón –podría decir Dios.
Y hasta aquí habría llegado el cuento.
El hallazgo del bosón de Higgs ha compartido ruido mediático con el hallazgo del Códice Calixtino, hurtado por un buhonero santiagués que parece escapado del libro de Borrow, y que como bien se encargó de señalar la prensa progresista, “iba a misa”, como queriendo decir que, para robar una joya así, había que mojarse y pisar la iglesia.
–¡Cualquiera se fía de estos beatones! Van a misa y se llevan el Códice Calixtino.
O cenan a solas con un señor, como se dijo de Dívar en esa misma prensa.
Ir a misa, pues, es mala, muy mala señal.
Ni condumio saludable ni honesto contubernio hay que esperar del hábito de ir a misa, que, por cierto, ya fue perseguido por la muchachada de Azaña, la mayor figura que ha dado la izquierda española, al decir del rector Peces Barba.
–Todas las iglesias de España no valen la vida de un solo republicano –dijo aquella figura, la mayor, de esa izquierda que ahora se las echa de preocupada por la seguridad de los templos en España.
–¿Y Higgs? ¿Es hombre de misa el señor Higgs?
No creo yo que el señor Higgs sea tan simple como su bosón, arriesgando su reputación de científico escapado de “Bola de fuego” dejándose retratar en un servicio religioso.
Hasta donde uno sabe, porque vengo de visitar la exposición de “Las Edades del Hombre” en San Salvador de Oña, la seguridad de los templos cumple con el requisito más exigente, que consiste en prohibir terminantemente a los turistas con cámara fotográfica el uso del flash.
Mientras uno no use el flash para fotografiar un Ribera y pueda acreditar que tampoco es persona de misas, se evitará que Colombo llame a su puerta cada vez que desaparezca un códice o se escape un bosón.