miércoles, 21 de marzo de 2012

Pepona


Pedro Ampudia

Una competición de soga-tira ha parecido España estos días, sólo que la soga era La Pepa. Ahí han andado los unos y los otros tirando de la Constitución de Cádiz hasta dejarla desmembrada, que ya no sabemos si fue una constitución liberal o un precedente de la Constitución Soviética, pues hasta Llamazares salió a decir "esta Pepa es mía". Piensa Gaspar que los liberales de entonces serían los comunistas de hoy en día, y eso nos llevaría a pensar que El Empecinado era un Ché Guevara de Valladolid. No sé a qué esperan mis paisanos para empezar a vender en las tiendas de souvenirs camisetas con el rostro del de Castrillo de Duero.

Con La Pepa pasa como con Orwell y Camus, que todos quieren hacerla suya sin que esté ya aquí para decidir con quién irse al tálamo ideológico. Exagerada parece esa repentina admiración por una constitución que apenas duró unos años y que en poco contribuyó a modernizar un país que acababa siempre añorando las "caenas". Quede como recuerdo de la oportunidad perdida, una más, y miremos a ver qué hacemos con ésta del 78 que es la que hay.

La otra Pepa de la que se habla estos días es Guardiola, la Pepona con la que juegan los Segurolos en esta Toy Story de la liga con sus Clicks de Famobil vestidos de blaugrana. Hay una Pepona para cada ocasión. La Pepona Victimista, La Pepona Hipócrita, la Pepona Humilde, la Pepona Mentirosa. La Pepona de Barcelona se cambia el traje ella sola, y si se le olvida se lo cambian sus niñitas de la prensa, que siempre ven a la Pepona vestida, como ocurría con los súbditos del rey del cuento de Andersen. "La hermosura de su traje es tal que sólo los tontos no pueden verlo". Quedamos cuatro tontos gritando: "la Pepona está desnuda".

En La Vida por Delante