miércoles, 25 de mayo de 2011

No me gusta la Prensa


Miguel Moya

José Ramón Márquez

No saqué la entrada para la Corrida de la Prensa, por lo que esta tarde libro. Ni me gusta el cartel ni me gusta la Prensa, o sea, que gracias a esa conjunción planetaria hoy la Plaza se libra de mi nada necesaria presencia.

El 23 de junio de 1918 se dio en Madrid una corrida de la Prensa en la que actuaron Gaona, Gallito, Saleri y Fortuna con toros de Pablo Romero, Gamero Cívico y Medina Garvey. Los tres de Pablo Romero, bien presentados y mansos; los de Gomero Cívico y Medina Garvey, un lote de saldo surtido en feos y pequeños. Se protestaron ruidosamente los toros que salieron por la puerta de chiqueros, mansos y destartalados, dos de ellos, los de Saleri, fueron fogueados, uno devuelto al corral y los otros cinco tuvieron la fortuna de caer en las mejores manos taurinas de aquel momento, razón por la que el escándalo no fue a más. En el segundo de Gaona, la chiva indecente que ocasiona el escándalo grande, las almohadillas volaron y el público se echó al ruedo, pidiendo la devolución del importe de las entradas y la cabeza de los periodistas. La Asociación de la Prensa fue víctima de las iras del público y a punto se estuvo de ocasionar un conflicto de orden público. Durante la tarde, un carpintero de la Plaza resultó aparatosamente cogido y se oyeron gritos de ‘¡Ladrones!, ¡ladrones!” dedicados a los periodistas. A buen seguro que don Miguel Moya, fundador y entonces aún presidente de la Asociación, se entristeció viendo cómo no se transigió nada con los periodistas, culpándoles del desastre de la corrida y de ser émulos de determinados industriales de lo ajeno.

Claro que eso fue en 1918. Entonces don Miguel Moya no podía ni soñar lo que el futuro de deparaba a la profesión. Faltaban todavía veintidós años para el nacimiento, en las Alquerías del Niño Perdido, de Manuel Molés Usó.