Hasta ahora, solo en las cárceles, las guarderías infantiles, los hospitales y los reformatorios, instituciones todas ellas donde los inquilinos permanecen recluidos contra su voluntad, era la autoridad quien decidía el menú de los internos sometidos a custodia. Pero, a partir de hoy, a ese inventario del totalitarismo gastronómico habrá que añadir el circo. Y no el Price, el Ruso o el de Manolita Chen, sino el catalán, tan justamente célebre en el mundo entero por la gracia sin igual de sus payasos. Así, los hermanos Tonetti del Tripartito han decidido clausurar la temporada artística local obligando a los hoteles de lujo a servir pan con tomate al prójimo.
En patriótica consecuencia, los establecimientos que se quieran de cinco estrellas deberán ofrendar a sus clientes, amén de las hogazas mancilladas con esa verdura infame, un vasto –y basto– surtido de "embutidos de proximidad". Requisito que quizá apele un régimen de almuerzos a base de butifarra de payés para los turistas árabes en tránsito por Barcelona. Aunque igual la norma se refiere al preceptivo desfile de chorizos catalanes a través de salones y comedores, con Prenafeta, Millet y Macià Alavedra encabezando la comitiva. En fin, habrá que esperar a la publicación del reglamento con tal de salir de dudas.
Tal es el alto cometido con que cierto Josep Huguet, el aún consejero de Industria, ahuyenta el ocio tras haber consumado otra gesta estratégica. Como bien habrá adivinado el lector, me refiero a la cruzada liderada por el Gobierno de la Generalidad contra el comercio impune de muñecas flamencas y figuritas de toreros en las tiendas de souvenirs de las Ramblas de Canaletas. Gloriosa contienda en la que los mercaderes de la zona acabarían capitulando sin condiciones ante el ardor guerrero de ese Huguet, sujeto también conocido por alias de El Lenin de Manresa a raíz de otras mil hazañas de parejo calado cosmopolita. Por algo, cuando la República escribió el maestro Pla: "De vez en cuando, la gente pregunta: ¿en qué consiste la política de Esquerra? ¿En qué va a consistir? Pues muy sencillo: va a consistir en tres años de anarquía sindical, de predominio de las ideas de la Asociación de Viajantes y el correspondiente caviar". Mas las "collonades", le faltó añadir.