jueves, 18 de diciembre de 2025

Tiovivo



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Flor nueva de romances viejos. Melisenda, la hija del emperador, está desvelada por amores del Conde Ayuelos. En la noche oscura, arrebatada de pasión, sale en su busca. Entra en casa del Conde, apagadas las antorchas, y se hace pasar por una “morica, de allende el mar”. Quién nos lo iba a decir, ¿eh, don Ramón? Pues, sí, señor: una morica, de allende el mar. Ya se sabe: la alianza de civilizaciones. Entonces el Conde habla: “Juramento tengo hecho, / y en un libro misal, / que mujer que a mí demande / nunca mi cuerpo negalle, / si no era a Melisenda / la hija del Emperante.” Gritos de “¡machista, machista!” hubo el otro día en el Congreso, porque el jefe de la oposición habló de la vicepresidenta del Gobierno como de la mujer de al lado. Y qué respe el de la vicepresidenta del Gobierno para desmentir que ella fuera una Fanny Ardent: “Yo no soy la señora de al lado, soy la vicepresidenta del Gobierno y una señora de verdad.” ¿Qué bochinche no se desataría aquí si el jefe de la oposición se sulfurase diciendo en tono presuntuoso: “Yo soy un señor de verdad”? Zerolo el Apóstata caería sobre sus palabras lanzando asperges con un hisopo de los de progreso. ¿No tiene dicho Sandra Harding que los principios matemáticos de Newton son un perfecto manual de violación? Y Maragall lo dejó escrito este verano en El Escorial: “Soplan en los pueblos de España vientos de cambio. Se acabó el ‘no mojarse’, el ‘wait and see’, el ‘se mira, pero no se toca’...” Que de casta le viene al galgo: “Fora terres, fora platja, / oblida’t de tot regrés: / no s’acaba el teu viatje, / no s’acabarà mai més...”, decía su abuelo en una de aquellas poesías que estábamos obligados –por el franquismo, naturalmente– a memorizar en la escuela con los libros de los catedráticos del Instituto Experimental Piloto “Joanot Martorell” del I.C.E. de la Universidad Autónoma de Barcelona. Flor nueva de romances viejos. A mí Melisenda me parece Elsa Pataki en el “Tiovivo” de Garci.